Álvaro Arbina: “El trabajo creativo no se realiza frente a una mesa, el trabajo creativo te acompaña a todas partes”

A¦ülvaro Arbina (c) Sara Larrauri Ha compaginado la carrera de Arquitectura con su pasión por escribir y ese tipo de disciplina que solo la pasión erige. El fruto de su trabajo contiene 700 páginas y una magnífica historia. Se trata de “La mujer del reloj”, una novela situada a principios del siglo XIX en Vitoria y la llanada alavesa. La sostiene un contundente argumento en torno a la Guerra de la Independencia, hito histórico que Álvaro Arbina (Vitoria-Gasteiz, 1990) eligió para hilar su ópera prima.

¿Cómo ha sido la gestación de “La Mujer del Reloj”?

La verdad es que no puedo precisar con exactitud el origen de La mujer del reloj (Ediciones B, 2016). A veces me parece un lugar donde he depositado elementos que, de alguna manera, me conmovieron en su momento y se han quedado grabados en mi memoria. Personajes inolvidables, novelas, películas, cuentos… La idea de la novela, aquella que se puede definir en tres líneas, surgió en mi adolescencia y fue abandonada al iniciar mis estudios de arquitectura. Fue un parón de cuatro años, sin el que, probablemente, esta novela no habría llegado a ver la luz. Al menos hoy, a mi edad. La recuperé en un verano, tras una inocente conversación en la terraza de una cafetería, en la que se rememoraba aquellos personajes olvidados en un cajón. Sin que yo lo supiera, aquel día se prendió una chispa, despertaron viejas pasiones y la historia enseguida me atrapó. Entonces comenzó mi aventura de escribir un libro, que finalmente duró casi dos años. Es un hecho singular descubrir el inicio de algo tan grande, tan importante en la vida de uno, escondido en un momento tan pequeño.

¿Cuál es el truco para compaginar los estudios de arquitectura con la escritura de un gran libro?azala-LA MUJER DEL RELOJ

Siempre me ha parecido que “perdemos” el tiempo en cosas de las que no somos conscientes, aunque considero que, en principio, el tiempo nunca se pierde, porque cada uno lo emplea según sus prioridades. En mi caso fueron dos años de escritura, compaginados con la universidad. Estudiaba durante el día, salía a correr al atardecer, respiraba de pensamientos, cenaba, y a la noche, para misterio de mis compañeros de piso, me encerraba en la habitación a escribir. Era una ilusión, un sueño que bullía en mi cabeza, y ese ímpetu me ayudó mucho a introducir la novela en mi día a día, sin perjudicar lo verdaderamente esencial de mi vida. Arquitectura y escritura son más hermanas de lo que parece. Ambas requieren un gran trabajo de creación, de construcción. Tras una fachada bella, tras un espacio sobrio y elegante, siempre hay una estructura que los sostiene, una red de instalaciones que hacen que el agua llegue al grifo. En una novela, ya no solo para que conmueva, si no para que no chirríe a ojos del lector, requiere de una maquinaría invisible. Detrás de una página hay otra, más engorrosa y llena de tachones, que la sostiene y la hace bella y visible para el ojo atento del lector.

Imagino que la documentación habrá ocupado un lugar muy importante. ¿De qué fuentes has bebido?

Recurrí a todo tipo de fuentes, muchas de ellas engendradas en aquellos años, sobre asuntos concretos que debía tratar en la novela. Los libros de historia sirven para entender la época desde una perspectiva global, pero al mismo tiempo ofrecen los matices y detalles necesarios para adoptar diferentes puntos de vista, con sus contradicciones y complejidades, que explican realmente lo que sucedió entonces. Sin embargo, para escribir una novela uno necesita introducirse en el ambiente, mirar a través de la gente que entonces vivió, caminar entre ellos, entre sus calles y paisajes. Para ello es necesario leer mucha literatura. Y yo retomé muchos de los libros que me habían marcado siempre: aventuras de Pérez Reverte y Ken Follet, clásicos de la literatura, Benito Pérez Galdós, Alejandro Dumas…

¿Tenía claro que escribiría una novela histórica localizada principalmente en Vitoria y la Llanada Alavesa, durante la invasión de los franceses de Napoleón?

La idea de situar La mujer del reloj a principios del XIX tal vez provenga de las lecturas que más me han marcado, muchas de las cuales transcurrían en la época de mi novela, o al menos la rondaban. Yo quería tratar un acontecimiento importante. Por aquel entonces, inocente de mí, desconocía lo que supone escribir sobre una guerra. Y por eso no dudé en embarcarme en la Guerra de la Independencia. Era una época aún inhóspita a nuestros ojos, que me permitía desarrollar las aventuras y misterios que poblaban mi cabeza. Y sobre todo, los de aquella guerra fueron unos años que afectaron muchísimo a las gentes que aquí vivieron, a nuestros antepasados, y que marcaron, mucho más de lo que creemos, el devenir de los años siguientes. La novela comienza y termina en Vitoria. Y lo hace en dos momentos cruciales: la llegada de los franceses y su expulsión. Es un círculo que se cierra; por un lado el viaje, y por el otro la trama y la intriga, esa pregunta que se hace al principio y que no recibe respuesta hasta el final.

El título de la novela incluye a una mujer. Y la verdad es que sus páginas ceden a las mujeres un espacio importante.

La mujer del reloj recoge el mensaje final de la novela. Es un símbolo de lo verdaderamente esencial en la vida, esa belleza desapercibida que a veces, en la vorágine de nuestro día a día, es olvidada. Es un título que recoge, a su vez, esa trama de thriller, de intriga, de ilusionista, de final sorprendente, que contiene la novela. Y por último, es una referencia a la oportunidad perdida de aquellos años. Entonces se dio un espejismo de lo que pudimos llegar a ser: una sociedad más liberal y democrática donde, por ejemplo, las mujeres pudieran gozar de más derechos, de un mayor grado de emancipación que las liberara del yugo de una sociedad arraigada en las viejas tradiciones.

¿Qué supone la escritura para Álvaro Arbina? ¿Dónde encuentra la mayor satisfacción?

La escritura puede ser muchas cosas. Puede ser un lugar donde depositas cosas extraídas de tu interior. Puede ser una puerta al mundo, a lo que no podemos ver ni tocar. Empecé a escribir por la pasión que sentía al leer. Esa admiración hacia los que creaban esas páginas. Esa es una de las razones por las que escribo, hacer sentir a otros lo que yo siento leyendo.

El libro tiene todos los ingredientes para contar con una adaptación en la gran pantalla. ¿Te lo has planteado?

No soy un experto en cine o en series televisivas, pero creo que la novela tiene características propicias para una adaptación, al menos así me lo han hecho saber más de una vez. Sin embargo, el mercado está repleto de lecturas fabulosas para ser adaptadas, y no deja de ser un sueño con el que fantaseo al igual que otros muchos escritores. La gran pantalla selecciona a una minoría entre otra minoría seleccionada previamente, que a su vez proviene de otra selección. Me refiero a publicar, a vender, a conseguir una adaptación. Son pasos grandes por dar.

¿Tiene algo entre manos?

La mujer del reloj ha ocupado un gran espacio en mi mente durante mucho tiempo. Son muchos meses en los que convives con los personajes, en los que una parte de ti vive en ese mundo que se está creando. Cuando la finalicé sentí que se generaba un vacío, y enseguida comenzaron a surgir nuevas ideas, nuevos personajes y mundos por descubrir. Son procesos que no se fuerzan. El trabajo creativo no se realiza frente a una mesa, el trabajo creativo te acompaña a todas partes. Reside ahí, en tu cabeza, conectando tu mente imaginativa con el mundo real, el de la inspiración. Sigo escribiendo y me gustaría poder seguir haciéndolo.

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1 Comment

  1. Maravillosa novela de un escritor joven, y espero, gran futuro.

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