Primer capítulo de “Una tumba en Jerusalén” de José Javier Abasolo

MADRID, JULIO DE 1973

Lo primero, y prácticamente lo único, que siente el ujier de Presidencia del Gobierno que acaba de decirle al visitante que Su Excelencia le ruega que pase cuanto antes a su despacho, es alivio. No es que haya tenido mucho trato con él, a pesar de ser una visita frecuente, pero prefiere ignorarlo, no saber nada más de él. En realidad, no le ha hecho nunca ningún mal, incluso en las ocasiones en las que han coincidido, siempre se ha comportado con exquisita educación, pero algo le dice que cuanto menos sepa de él, cuanto menos trato tenga con él, mucho mejor. Además, ya le quedan pocos meses para su jubilación. Acaba de arreglar la casa de sus difuntos padres, en un pueblecito de Soria, y solo desea pasar allí sus últimos días, en paz y tranquilidad, alejado de la vorágine de la capital, y olvidarse de que una vez combatió, reclutado a la fuerza, en una guerra. Afortunadamente, lo hizo en el bando que resultó ganador y, gracias a ello, se labró una pequeña carrera como funcionario que le ha permitido, hasta ahora, vivir desahogadamente. Aunque hasta eso le gustaría olvidar. Ojalá hubiera sido un modesto mecánico en un taller de chapa y pintura o tornero en alguna fábrica. La gente piensa que estar cerca del poder es un chollo, pero cuando quien está cerca del poder es un humilde conserje, esa cercanía puede ser más un peligro que una bicoca.

De nada de eso se ha enterado el hombre que acaba de originar esos pensamientos por parte del ujier y, de haberlos conocido, tampoco le habrían importado en exceso. Como mucho, habría sonreído al percatarse de que, sin siquiera hacer ningún esfuerzo, seguía produciendo temor en quienes le conocían. Como hacía treinta años, como había ocurrido durante toda su vida. (Irakurri +)

Aquellos años de gatillo fácil

VITORIA, 3 DE MARZO DE 1976 IN MEMORIAM 

Juan Ibarrondo tenía trece años aquel crudo invierno de 1976, el primero desde la muerte del dictador Francisco Franco. Demasiado joven para que le dejaran participar en aquellas manifestaciones tan virulentamente reprimidas, las observaba con pasión desde la ventana de su casa, en pleno centro vitoriano. Los recuerdos y vivencias que guarda de la época los ha introducido en la “coctelera creadora” de Recuerdos de marzo. “Ahí dentro está parte de mi familia más directa, incluido yo”.

Recuerdos de marzo es una novela coral ambientada en aquella Vitoria que anhelaba un cambio político que no llegaba, mientras el Régimen continuaba gobernando con mano de hierro y los trabajadores luchaban por mejorar sus condiciones laborales. El resultado de todo ello ya es historia: cinco obreros fueron asesinados por la Policía mientras celebraban una asamblea en la iglesia de San Francisco.

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“Soy partidario de que el lector o la lectora participe en la historia”

Joxerra Bustillo, autor de Mal de manos: “Soy partidario de que el lector o la lectora participe en la historia, adivine cosas y tome decisiones; que te lo den todo mascado es muy aburrido”

Joxerra Bustillo (Gordexola, 1958) es conocido como periodista. Trabajó durante muchos años en los diarios Egin y Gara y actualmente lo hace en Euskal Memoria. Es autor de numerosas publicaciones sobre temas relacionados con la economía, el periodismo o la historia. Su faceta literaria, en cambio, ha sido desconocida hasta ahora incluso para los más íntimos. Y, sin embargo, la ha cultivado “desde siempre”. Mal de manos es la primera novela que publica, pero no la primera que escribe.

¿Qué va a encontrar el lector o la lectora en Mal de manos?

Diría que bastantes cosas entrelazadas. La trama gira en torno a Eusebio Aspuru, un periodista deportivo al que le encargan escribir la biografía de Domingo Arriola, un pelotari que, por pegada y facultades, pudo llegar a ser campeón y que, sin embargo, por su afición a la juerga y otras circunstancias, acabó mal. Sobre un escenario general vinculado al mundo de la pelota, se traza la trayectoria personal y profesional de Arriola, incluidos sus zigzagueos políticos en los últimos años del franquismo. He querido hacer de Arriola un personaje complejo, en cuyo retrato la escala de grises se impone al blanco y negro. Existe una ambigüedad en su manera de comportarse que creo que casa bien con el ambiente de franquismo sociológico en el que tanta gente se movió en aquellos años sesenta y setenta. Hubo menos héroes y mucha más gente corriente de lo que quizá nos gustaría.

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“La dama blanca de Champaña” Begoña Pro

Begoña Pro reivindica a las mujeres de la Edad Media en La dama blanca de Champaña

La fascinación que la escritora Begoña Pro Uriarte sentía por la infanta Blanca de Navarra, una mujer de gran coraje que tuvo que luchar en unas circunstancias especialmente difíciles, es el germen de esta novela histórica de aventuras, con el reino de Navarra de fondo.

¿A quién hace referencia La dama blanca de Champaña?

A Blanca de Navarra, una de las hijas menores del rey Sancho VI el Sabio y de Sancha de Castilla. En 1199 se casó con Teobaldo III de Champaña en un matrimonio concertado por Leonor de Aquitania, abuela del conde champañés y madre de Ricardo Corazón de León, casado precisamente con Berenguela, hermana de nuestra protagonista. La infanta navarra se convirtió en la condesa palatina de Champaña y Brie, uno de los condados más ricos de Europa, gracias a los beneficios que obtenía de sus famosas ferias.

La novela tiene dos escenarios principales, Navarra y Champaña. ¿Cómo consigues unir literariamente dos puntos tan lejanos geográficamente?

El nexo de unión son los personajes de Andrea García de Pallars y Juan Pérez de Arróniz. En Navarra se acaba de conocer la noticia de que el hijo bastardo de Sancho VII el Fuerte, Guillermo, a quien el rey había designado como su sucesor, se ha desnaturalizado del reino y se ha convertido en un mercenario al servicio de Aragón. Este hecho va a precipitar la partida de Juan Pérez de Arróniz hacia el condado champañés. Su misión será espiar a Teobaldo IV de Champaña, hijo de Blanca y sobrino de Sancho VII, para saber si es digno de que los nobles le ofrezcan la corona del reino cuando su tío fallezca. En Champaña se encontrará con Andrea, dama de Blanca. Ambos se convierten en el eje que une ambos territorios, como antesala de lo que más tarde significará Teobaldo I.

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“Sentido del humor y poesía son ingredientes que nunca pueden faltar”

Eduardo Rodrigálvarez (Bilbao, 1955) no es ni mucho menos un recién llegado a la literatura, prueba de ello es que ya en los setenta formó parte del movimiento Poetas por su pueblo. No obstante, ha desarrollado su carrera sobre todo en el ámbito del periodismo, donde han sido especialmente celebrados sus artículos y libros sobre el Athletic. Ahora, sin embargo, sorprende (¡vaya que si sorprende!) con su primera novela, Cuando vengan los míos, un thriller político rebosante de humor negro. 

Bilbao, 1960. Una cuadrilla de txikiteros chirene fantasea, mientras juega al mus, con la idea de atentar contra Franco en la basílica de Begoña. Sus conversaciones entre envidos y órdagos llegan a oídos de un grupo anarquista, que un día coloca sobre el tapete la bomba que podría trocar la fantasía en realidad. Poco después, uno de los miembros de la cuadrilla, precisamente el elegido para hacer estallar el artefacto, muere en atentado. El comisario pone al frente del caso al más novato de los inspectores a su cargo, recién llegado de Medina de Rioseco. Este es el punto de partida de la novela.

A partir de ahí, ¿qué se va a encontrar el lector en Cuando vengan los míos?

Me gustaría que fuese encontrando sorpresas, giros, humanidad, maldad, melancolía… en una Bizkaia de comienzos de los sesenta, en pleno franquismo, contra el que el único antídoto parecía ser el alcohol.

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Joan Mari Torrealdai: “El euskera no es ajeno al proceso de recentralización en que nos encontramos”

Andoni Canellada, Argazki press

Asedio al euskera, de Joan Mari Torrealdai, es un libro necesario, como necesario fue su antecesor, El libro negro del euskera. Y los libros necesarios lo son con independencia de la coyuntura en que se publiquen. Ahora bien, cuando un libro necesario llega en una coyuntura como la actual se convierte en referencia insoslayable.

¿Qué es Asedio al euskera?

Es un ensayo que, a través de casi setecientos textos seleccionados, documenta el proceso de minorización o, por decirlo de forma más coloquial y directa, la represión a la que ha sido sometido el euskera al menos desde el siglo XVIII, en que empiezan a formarse los estados-nación, hasta nuestros días. Una represión que se sustenta en leyes aprobadas e implementadas desde el poder político y que, asimismo, han estado siempre acompañadas por la labor legitimadora de los intelectuales. (Irakurri +)