Mikel Alvira: “Cada nuevo libro pretende servirme de reflexión”

El mar que te debíaMikel AlviraMikel Alvira (Pamplona-Iruñea, 1969) es un hombre de letras: cultiva el ensayo, el guión, la novela, el relato y la poesía. Ha recibido premios en Paris, Buenos Aires, Santurtzi, Segorbe y Barakaldo, entre otros lugares. En esta ocasión su última novela El mar que te debía nos atrapa gracias a la audacia del autor a la hora de tejer una red que conecta a todos los personajes de esta novela.

En esta última novela el mar es el denominador común que entrelaza las diferentes historias. ¿Por qué?

Soy un navarro que vive junto al Cantábrico. Si la montaña es algo que me ha marcado, no lo es menos el mar. Actualmente, creo que me costaría vivir lejos de él. Me apetecía escribir algo todavía más marítimo que Llegará la Lluvia, así que me embarqué en esta aventura en la que el mar aparece en cada página. Estoy contento.

El escenario de la novela transcurre en Saint Henry, Francia. ¿Porqué esta localización?

Porque Iparralde es parte de nuestra cultura y porque frecuento Las Landas, soy un enamorado de su quietud fuera de las temporadas de verano, de ahí que la novela transcurra en Semana Santa. Con Saint Henry vuelvo a mi imaginario, a esa costumbre mía de crear toponimias; el lector tendrá que adivinar de qué pueblo se trata: será nuevamente un juego divertido. De todas formas, allí es donde se desarrolla la acción, pero las diferentes historias nos llevarán a otros rincones de Euskal Herria: Hondarribia, Usurbil, Bergara… Creo que mis historias, y ésta especialmente, son universales: al fin y al cabo, hablo de relaciones, de amistades, de amor, de encuentros y desencuentros, de miedos…

Una de las protagonistas tiene una floristería, y a su vez cada personaje va unido a una flor o planta. Cuéntanos qué has querido decir con esto.

He de confesar que no tengo con las plantas la mano que yo quisiera, quizás por eso me atraen tanto las floristerías; sobre todo ésas con encanto, como la de Rose, mi personaje. En cuanto a lo de que cada personaje tiene vinculada una flor… el lector sacará sus conclusiones. Al fin y al cabo, las novelas tienen múltiples lecturas. Ha sido un recorrido fascinante hasta encontrar la flor que se adecúa a cada personaje.

Los fantasmas del pasado vuelven al presente en muchas de las historias que narran los diferentes personajes. ¿Existen las segundas oportunidades?

La vida está llena de infinitas oportunidades. Soy un optimista convencido. De todas formas, sí es cierto que a estos personajes, como creo que a todos nosotros, les envuelven los recuerdos. A veces son fantasmas, a veces son nostalgias y, en muchas ocasiones, alicientes. En todo caso, no hay que arrepentirse de lo vivido, sino extraer aprendizajes.

En la novela aparecen diferentes momentos de la historia de Euskal Herria y Francia principalmente. También hay guiños al momento político y económico actual.

Me siento cómodo en ese redil. Siempre he dicho que yo no hago novela histórica, pero que el contexto histórico marca la vida de mis personajes. Quien quiera aprender de historia, que lea ensayos de historia. Yo lo que hago es crear el escenario y eso es fácil en nuestro país: tenemos una historia llena de matices de la que sacar mucho jugo. Y, en efecto, me asomo por primera vez a la situación política reciente. Estoy preocupado por el cariz que está tomando esta Europa tardoliberal en la que se pierden identidades y derechos con el pretexto de los mercados.

Las diferencias políticas y generacionales también tienen lugar en la novela. ¿El salto tecnológico de los últimos años marca distancias entre generaciones?

Los nativos digitales nos han adelantado por la derecha. El salto generacional se ha subvertido. Con todo, no es algo malo; es algo novedoso. No me asustan las diferencias (sería peligrosa una sociedad de “iguales”). Lo catastrófico es que estas diferencias generen violencia.

Las relaciones personales son el hilo que entrelaza esta novela. ¿Cuál es la importancia de las mismas en la novela y en la vida real?

No hago libros de autoayuda (¡estaría bueno!), pero sí que procuro transmitir que, por encima de todo, lo que importa son las relaciones y las emociones; el resto es importante aunque secundario. Cada nuevo libro pretende servirme de reflexión. Eso sí, sin perder el ritmo de la trama, cierta intriga… hasta llevar al lector a un desenlace inesperado. Al fin y al cabo, no deja de ser una novela.

Amor, odio, rencor, amistad, vida, muerte… son temas que aparecen continuamente. ¿Cuál fue la base para que empezaras a escribir este último trabajo?

Para esta novela tenía tres mimbres: el mar, la situación política actual y el peso de los recuerdos. A eso le uní un marcado acento femenino (el peso de la historia lo llevan varias mujeres) y un paisaje de embrujo como es Saint Henry. Ha sido divertido tejer este enredo de relaciones, pasiones, miedos, amores… Hay mucho de mi recorrido personal en estas páginas.

¿Cuál sería la conclusión que pueden sacar los lectores de la novela?

No sabría contestar. Estoy seguro de que sacarán sus conclusiones y, como siempre, aprenderé a partir de las respuestas que me lleguen. Para mí, cada libro es un aprendizaje. Por eso valoro tanto que la gente se me acerque, que me escriba, que me comente qué le ha dicho la novela, qué la gustado o disgustado, qué enfoque le da…

En los últimos años no has parado de publicar diferentes obras y géneros: poesía, novela, relatos… ¿De dónde te viene la inspiración para tanta creación?

Supongo que del trabajo y de la observación. Soy inconformista, un buscador. Eso sí, sin dramatismos: me divierto, aprendo y tejo relaciones. ¿Qué más pedir?

 

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