¿Es posible imaginar un mundo sin mapas? Era la pregunta que nos hacíamos allá por el 2007 en el número 29 de la revista Euskal Herria, en un profundo reportaje realizado por el apasionado investigador cartográfico Ramón Oleaga. Allí también se decía: “Hubo un tiempo en que el soldado y el peregrino, el circunstancial viajero, se orientaba por el sol y las estrellas o las referencias que le fueran proporcionando las gentes de los lugares por los que transitaba”.
Así pues, desde ”las primeras representaciones cartográficas que se remontan a la antigua Babilonia, legándonos una docena de tablillas de arcilla con mapas y planos locales e incluso una descripción circular del mundo conocido” hasta nuestros días, el ser humano ha manejado un sinfín de estilos y técnicas en otros tantos soportes o materiales para saber en dónde se encontraba o cuál era el mejor camino para llegar a su destino. Eso sin contar con las manipulaciones geográficas que realizaban gobernantes y gobiernos para ganar sus guerras y repartirse sus territorios. (Irakurri +)
¿Quién no se ha sentido alguna vez atraído por la cubierta de un libro? Con frecuencia, reparar en ella constituye nuestro primer contacto con una publicación. Si esa primera impresión es positiva, puede despertar nuestra curiosidad y actuar como catalizador en el proceso de toma de decisiones que nos conduce a escoger una lectura de entre todas aquellas disponibles en librerías y bibliotecas. A través de la cubierta, un libro nos habla de sí mismo y de su contenido, en un mensaje donde suelen combinarse texto e imagen. Presenta los datos principales que hacen posible su identificación, como son el título, el nombre del autor o la editorial. Pero también puede anunciar aquello que el lector encontrará en el interior del volumen a medida que avance por sus páginas. Además, es aconsejable que atraiga las miradas y que cautive a quien la observa, favoreciendo así la adquisición del libro. (Irakurri +)
La Cofradía de Pescadores de Pasai San Pedro acogió ayer la presentación de Naufragios en la costa vasca 1976-2016 (Txertoa).
Los autores, Ana Benito y Javier Mazpule, repasaron algunos de los naufragios que documenta el libro. Afortunadamente, no todos ellos se saldaron con víctimas mortales, pero, en Pasaia y en fechas tan significativas como estas, en la presentación cobraron lógico protagonismo tragedias como las del pesquero Marero, hundido con sus ocho tripulantes precisamente un día como ayer, 20 de diciembre, de 1998, o la del remolcador Punta Ondartxo, dos de cuyos marineros desaparecieron para siempre el 19 de diciembre de 1979, cuando se encontraban auxiliando al mercante danés Gulstav Trader, que había embarrancado en los acantilados de Jaizkibel en medio de un fuerte temporal. También el pesquero Carreira, desaparecido con sus diez tripulantes por circunstancias desconocidas cuando faenaba en Gran Sol en 1994, mereció una mención muy especial. (Irakurri +)
Tomando como punto de partida los escenarios que se mencionan en su última novela Bajo las cenizas de la Navarrería (editorial Txertoa), la escritora Begoña Pro Uriarte va a realizar una ruta histórico-literaria guiada por la Parte Vieja de Iruñea el próximo sábado, 16 de diciembre. Están invitadas todas las personas interesadas en la historia de Iruñea.
La visita partirá a las 11:00h horas desde la librería elkar de la calle Comedias y finalizará sobre las 12:30h horas en los alrededores de la catedral.
La visita transcurrirá por algunos de los escenarios que se mencionan en la novela, como la belena de San Cernin (donde se conservan varios de los proyectiles que se catapultaban de un burgo a otro), la plaza del Ayuntamiento (por aquel entonces un barranco que bajaba por la cuesta de Santo Domingo hacia el río), la rúa de los Peregrinos (hoy calle del Carmen y en su día patrimonio de los Almoravid) y los alrededores de la catedral (el único lugar donde quedó algo en pie tras la batalla).
Bajo las cenizas de la Navarrería parte de un capítulo real de la historia de Pamplona: el asalto y quema de la Navarrería por parte de las tropas francesas ocurrido en el verano de 1276. La novela narra el punto de vista de los caballeros navarros que fueron vencidos en la guerra de la Navarrería, quienes, desde su exilio en Calahorra, esperan el momento de regresar a Navarra y recuperar aquello que les fue arrebatado.