“El país escondido” Martin Abrisketa

El Bilbao de los años 80 es mi Bilbao”

Tras el éxito de La lengua de los secretos,  Martín Abrisketa (Bilbao,1967)  regresa a las librerías con El país escondido, una novela publicada por Planeta. La protagonista de esta nueva historia es Maggie, que pertrechada de una fantasía desbordante, tratará de localizar a su madre antes de que los servicios sociales la separen de su abuelo, con quien vive desde que su la madre la abandonara. Esa búsqueda llevará a Maggie, “inmersa en una burbuja de colores que la protege del exterior”, al Bilbao de plomo de los años 80.

¿Cómo se enfrenta el proceso de escribir una nueva novela tras un éxito como el que obtuvo con La lengua de los secretos?

Pues con un punto de inconsciencia, supongo. Porque si piensas en la cantidad de personas que van a leer lo que escribes, o que pueden leerte al menos, para mí hubiera sido imposible apretar una sola tecla de nuevo. Básicamente, comencé a escribir esta novela porque necesitaba contar una historia. Algo había ido tomando forma en mi cabeza y un día me di cuenta de que no podía seguir huyendo: tenía que volver a escribir. Fue una certeza traumática, porque suponía pasar por el trance otra vez. Escribir para mí es una aventura maravillosa, sí, pero muy dura.

 

El país escondido transcurre en el Bilbao de los años 80. ¿Por qué esa época? ¿Se ha nutrido de sus propios recuerdos?

Sí, claro, me he nutrido de mis recuerdos para recrear el escenario. El Bilbao de los 80 es mi Bilbao, el Bilbao en el que crecí. Un lugar donde podía ocurrir cualquier cosa: lo mejor, lo peor y hasta lo imposible. Desde que el Athletic ganara dos ligas consecutivas, hasta que cayera el diluvio universal en plena Aste Nagusia; unas inundaciones catastróficas que abocaron a la ciudad a reinventarse. Elegí este escenario porque a menudo sueño con él. Me encanta. Fuera como fuera (gris, sucio, violento, lleno de barricadas, yonquis y sin perspectiva alguna de futuro debido a la reconversión industrial), me encanta aquel Bilbao, y más conforme pasan los años y lo miro con distancia.

(Irakurri +)