Carla Montero: “Procuro escribir para mí, es la única forma de que el producto final sea honesto”
“La dama de la niebla” homenajea a las mujeres piloto de los albores de la Segunda Guerra Mundial y también a todas esas personas anónimas que se vieron enfrentadas, sin saber realmente por qué, en una contienda brutal que cambió el curso de la historia. También es una novela de amor, y de aventuras. Una narración que apuesta por contar las existencias de seres humanos corrientes que vivieron situaciones extraordinarias.
¿Qué encontrarán las personas que abran las páginas de “La dama de la niebla”?
Sobre todo, una gran historia de amor. Pero lo que la hace especial es el momento, el lugar y el ambiente en el que se desarrolla. Y es que la protagonista de “La dama de la niebla” está basada en las historias de las primeras mujeres que compitieron en los Grandes Premios de automovilismo, que son los precursores de la actual Fórmula 1. El lector se va a adentrar por tanto en ese mundo de glamur, emoción y peligro de la alta competición de coches en la década de 1930, la llamada Era Dorada. Precisamente este momento histórico previo a la Segunda Guerra Mundial, y el hecho de que el automovilismo reuniera a hombres y mujeres, jóvenes la mayoría, de todos esos países que luego se enfrentarían en el campo de batalla, me permite explorar, a través de los personajes, las relaciones humanas en un momento en el que Europa ya se veía camino del conflicto.
Además, la historia se desarrolla en el espectacular marco de la Isla de Man, que se convierte en un personaje más de la novela. La isla es para los protagonistas un refugio, una burbuja en la que se sienten lejos de la tensión y las turbulencias del resto de mundo y de sus propias vidas. Sus bellísimos paisajes, sus tradiciones y sus leyendas van a aportar un toque íntimo, mágico y acogedor a la narración, de modo que el lector, al igual que los personajes, va a querer refugiarse en esa isla.
¿Cuál ha sido el punto de partida de la historia que alberga en las páginas del libro? ¿Cómo y cuándo se encendió la necesidad o el deseo de escribir esta novela?
La idea surgió el año pasado por casualidad. Entonces, tenía que escribir un relato histórico para una acción promocional de una conocida marca de automóviles y me puse a investigar sobre el origen del automovilismo. Al final, el relato tomó otro rumbo muy diferente, pero yo me quedé con un gran descubrimiento: esas mujeres piloto que fueron pioneras en las carreras de coches, excepcionales en un mundo reservado a los hombres y que, sin embargo, y como por desgracia les sucede con frecuencia a las mujeres, habían sido olvidadas o relegadas a un segundo plano. Yo, que siempre ando en busca de personajes femeninos históricos potentes y singulares, me di cuenta de que ahí había una buena historia que merecía mucho más que un relato.
Vuelve a la Europa de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué le atrae de este periodo histórico?
En este caso he querido explorar esos años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando se gesta el conflicto, y ver cómo se vivía a nivel de la calle, cómo era el ambiente prebélico entre la gente corriente. A mí modo de ver, la Segunda Guerra Mundial es interesante no sólo en cuanto a lo político y lo estrictamente bélico, que son aspectos más tratados, sino que hay todavía mucho que contar y que analizar en su dimensión más humana, es decir, cómo la guerra, y también la preguerra y la postguerra, lo transforman todo: lo social, lo cotidiano, lo familiar… Cómo afecta al arte, al entretenimiento, a la literatura, al cine y, como es el caso de “La dama de la niebla”, al deporte.
No soy historiadora, pero, como novelista, me resulta fascinante poder ofrecer al lector esa mirada de la gente corriente a través de personajes que, aun siendo ficticios, están basados en historias de personas reales que vivieron tiempos extraordinarios y situaciones extremas que hoy en día nos cuesta comprender.
¿Y del mundo de la automoción? Tan presente en la historia…
Es cierto que en mi familia, mi marido y mis hijos son verdaderos fanáticos de los automóviles y los deportes de motor. Yo no lo soy tanto, aun así, como apasionada de la historia, me intriga conocer esos albores del automovilismo en los que confluyen la tecnología, el deporte, el afán de superación, la innovación… Desde luego, es el inicio de un nuevo mundo que revoluciona el transporte y, por tanto, la humanidad.
A lo largo de este proceso, he descubierto a muchas mujeres pioneras en este mundo cuyas historias y cuyos logros han quedado silenciados; pero también a muchos hombres que protagonizaron verdaderas hazañas, como Rudolf Caracciola, quien, en 1937, a bordo de un Mercedes-Benz, alcanzó la velocidad de 437 kilómetros por hora en una Autobahn, estableciendo así un récord que no se batió hasta 2017, ochenta años después.
¿Cuál es la fase de construcción de una novela que más disfruta?, ¿y la que más le cuesta?
Disfruto mucho de la investigación, de esa labor minuciosa de ir descubriendo anécdotas, personajes y modos de vida, de saber más sobre lo que nos antecede y que conforma lo que somos en la actualidad como individuos y como sociedad. También es un reto que me encanta el emplear toda esa información para la historia que quiero contar sin que resulte aburrida o abrumadora, sino que fluya con el relato de ficción.
Y, a pesar de todos los años que llevo escribiendo, la parte que más que cuesta sigue siendo la de enfrentarme a la primera página en blanco, cuando está todo por hacer: los personajes por perfilar, la trama por tejer… Me sigue dando mucho vértigo y me sigue asustando la idea de no tener el control de todo el proceso y no ser capaz de llegar a buen puerto. Afortunadamente, y hasta ahora, la magia se acaba por producir.
¿Para quién escribe? ¿Piensa en las personas lectoras o escribe para usted misma?
Procuro escribir para mí, creo que es la única forma de que el producto final sea honesto. Confío en que si yo disfruto de la historia que estoy contando mis lectores también lo harán. Además, es imposible satisfacer a todo el mundo. Ahora bien, es complicado hacer abstracción de todas las críticas, tanto positivas como negativas, que mis novelas han recibido. Parece que se quedan ahí, susurrando como una conciencia a la que, de vez en cuando, tengo que mandar callar.
¿Tiene algo entre manos?
Ahora mismo estoy inmersa en la promoción de “La dama de la niebla” y no he tenido ocasión de ponerme con otro proyecto. Siempre hay ideas revoloteando, pero necesito una pausa, soltar las riendas de esta última novela y centrarme en abordar la siguiente.