“Balzac” de Stefan Zweig: La novela de una vida

BalzacEugenio IbarzabalLa biografía que Stefan Zweig escribió sobre Balzac refleja la vida de un hombre que se la juega, que lo intenta una y otra vez, que se cae y se levanta constantemente, hasta el final. ¿Qué no se puede volver a empezar?… Lean la vida de Balzac. Sobrevivió al desprecio, a las trampas de los editores e incluso a las deudas.

Imagínense un joven que quiere ser escritor, rompiendo con la opinión familiar, obligado a triunfar de inmediato para demostrar que puede vivir de ello. Pero que no triunfa. Enredado a escribir con un nombre falso novelas del que otro se beneficia, simplemente para sobrevivir.

Ya que nadie le ayuda, ¿por qué no aceptar el apoyo, cuando no el amor, y sin duda el dinero, de alguna mujer, noble y mayor, a la que ofrecer a cambio la ilusión de su vida y que se comportará con él como la madre que en su vida tan poco le ayudó. Ah, dirá, no hay como una mujer madura…

Pero luchar en París implica desparpajo y apariencia de poder, y una buena idea es ir de noble cuado en realidad no se es, gastar en apariencias, muy a pesar de no tener dinero, y acceder a mujeres poderosas, aunque no se tenga una figura agraciada y sus maneras sean toscas.

Pero llegan las deudas, porque lo gasta todo mucho antes de que haya empezado a cobrar. Y para ello se mete en negocios, siempre con buena visión, pero con un pequeño problema: el negocio tiene futuro pero no presente. Las deudas son cada vez mayores. Recuerda a un hámster en su jaula: escribe para devolver lo que debe y al tiempo pedir un nuevo adelanto. Huidas, detenciones, trampas. A punto de desfallecer, pero nunca terminará de hacerlo.

Y mientras tanto, como un poseso, escribe de doce de la noche a doce del mediodía, animado solo por ingentes cantidades de café, vestido como un monje e iluminado por las velas. ¡Qué espectáculo!

Siempre a la búsqueda de una marquesa con dinero, que le de la tan ansiada estabilidad. Finalmente parece encontrarla en una marquesa ucraniana, pero el marido tardará en morir.

Ah, y el autor es Stefan Zweig. Qué dos pistas para seguir disfrutando: Balzac y Zweig.

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