Javier Sierra: “La escritura tiene la facultad suprema de ayudarnos a pensar”

El exitoso escritor Javier Sierra (Teruel, 1971) tenía dos proyectos sobre la mesa cuando llegó la pandemia y sintió la necesidad de escribir sobre lo que estaba sucediendo. “En tiempos exigentes la novela debe ayudarnos a ordenar las ideas y proveernos de esperanza suficiente para afrontar los retos que se nos vienen encima”, asegura. De esa pulsión surge El mensaje de Pandora, una novela que bebe de los clásicos, publicada por Planeta.

La novela es una larga carta.
Sí, la dirige una tía a su sobrina de dieciocho años, y en ella le transmite una serie de descubrimientos que ha hecho sobre la última pandemia planetaria y su origen. La carta contiene recuerdos de viajes, dibujos y esquemas que descubren a la joven que lo que tiene entre manos es una especie de manual para alcanzar el futuro. El hallazgo la alcanza como un relámpago. (Irakurri +)

Joël Dicker: “Suiza no es un país tan bucólico como uno podría pensar”

Joël Dicker ha dedicado El enigma de la habitación 622  a Bernard de Fallois, su “editor, amigo y maestro”. El lector descubrirá a Fallois en las páginas del libro, y también se topará con esa adictiva sensación de anhelo cuyo único propósito es saber lo que ocurrirá después. En el relato conviven el crimen, el amor, la codicia, la envidia, los buenos principios, y también la pasión por la literatura. 

Ha escrito su novela más personal. Localizada en Ginebra, su ciudad natal, ha vertido en sus páginas dosis generosas de su existencia más cercana. ¿Diría que se encuentra en un momento crucial de su carrera?

Me gustaba la idea de que el lector no supiera dónde estaba la línea entre verdad y ficción, que pudiera meterse en la mente de un escritor y formar parte de ese juego de espejos entre lo auténtico y lo imaginado. Sin ánimo de decepcionar, a pesar de llamarme como el protagonista y de que ambos seamos escritores, no soy yo. Es un personaje de ficción como el resto, una proyección de lo que significa ser escritor para mí. (Irakurri +)

“No quiero hablar de grandes batalllas, sino de la gente común” Toti Martínez de Lezea

Llanto en la tierra baldía, publicada también en euskera por la editorial Erein bajo el título Malkoak lur antzuan, es la nueva historia de la polífica y seguidísima autora Toti Martínez de Lezea. En esta ocasión, los lectores viajarán hasta el Badajoz de los años de la guerra civil y de la posguerra. 

Allí vive Damaso, un yuntero iletrado que intenta sacar adelante a su familia a base de trabajar en el campo y en el contrabando. Las circunstancias lo llevan a Badajoz capital cuando la ciudad es ocupada por los franquistas y en una sola noche matan a más de cuatro mil personas. Su mujer da a luz mientras él está ausente, y el cacique del pueblo le roba el hijo para dárselo al dueño de las tierras que quiere un heredero. Este es el punto de partida de una novela que transcurre también  en la zona minera de Bizkaia y en Etxebarri, donde tuvo lugar la huelga más larga de cuantas se llevaron a cabo durante el franquismo, y que terminó en un estado de excepción. 

Junto con Y todos callaron esta es la novela que más cerca de nuestra actualidad sitúa. Esta vez nos conduce de vuelta a unos años que fueron una auténtica olla a presión. 

Cierto, y que nuestros padres y abuelos vieron en toda su crudeza. Mi idea es continuar con esta serie que narra lo que se da por llamar la “pequeña historia”, es decir, no la de grandes batallas y personajes, sino la de la gente común que sufrió aquel drama y sus consecuencias. Tengo una edad y también memoria. 

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Paula Bonet ‘Roedores’

Paula Bonet (Vila-real, 1980) ha creado un libro personal y valiente. Un libro que son dos libros: el primero, en forma de acordeón, alberga ilustraciones originales y en el segundo habitan las palabras. Se llaman Roedores (Literatura Random House, 2018) y cuenta, en primera persona, la experiencia de vivir dos abortos naturales y no deseados. 

No habrá sido fácil abrir abrir tanto tu ser, desvelar una vivencia tan íntima, y a la vez tan universal. ¿Qué te empujó a hacerlo? ¿La necesidad de poner voz a esta experiencia, dolorosa y al mismo tiempo natural? ¿De romper tabúes? 

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Luis Castellanos: Educar en lenguaje positivo

En el libro Educar en lenguaje positivo  Luis Castellanos describe la experiencia de llevar a la práctica en un instituto madrileño las ideas que ya avanzó en “La ciencia del lenguaje positivo”. Un proyecto de mejorar las vidas de alumnos, profesorado, padres y madres a través de la toma de conciencia del lenguaje que empleamos.

Empecemos por el principio. ¿A qué llama usted lenguaje positivo?

A la “vida” de las palabras, latido a latido, que guían nuestros comportamientos, a los gestos que diseñan nuestras relaciones y crean una buena historia de vida con un protagonista digno. A la fuerza de las palabras que configuran una buena vida.

Nos esculpimos día a día, las palabras crean la forma en que vemos el mundo. La forma de respirar la vida. Y, lo que es más importante, nuestro habla interior crea nuestras posibilidades, el futuro que queremos tener y, sobre todo, la persona que queremos ser en ese futuro. Las palabras nos dicen cómo somos y cómo queremos ser. Nuestro lenguaje nos dice entorno a qué gira nuestra vida, nuestros intereses, ilusiones, esperanzas… Las palabras abren o cierran horizontes. Este es el poder del lenguaje positivo: ver el lado favorable de la vida con valentía para actuar.  (Irakurri +)

Una barra de hierro en la maquinaria

Cuando se habla de novela negra, que parece estar nuevamente de moda en estos días, es inevitable pensar en Dashiell Hammett, uno de sus creadores en la década de los 30 del siglo pasado. Autor de tan sólo cinco novelas y poco más de sesenta relatos Hammett inició, prácticamente sin pretenderlo, un género que a lo largo de casi un siglo ha demostrado su vitalidad adaptándose a las diferentes épocas y sociedades por las que ha transitado. Quizás porque se trata de un género que habla, al igual que la literatura en general, de todo aquello que mueve a los seres humanos, sus pasiones, su codicia, sus ansias de poder, de sexo, de dinero, sólo que llevadas al extremo de que alguien cree que merece la pena matar, o arriesgarse a morir, para conseguirlas.

Hammett lo sabía perfectamente, de ahí la maestría y contundencia de sus novelas y relatos. Y no porque fuera un diletante de las letras, sino porque había transitado por aquellos aspectos más sórdidos de la sociedad que se atrevió a describir. Y es que aunque sus detectives fueran personajes de ficción, unos sólidos y bien construidos personajes de ficción, él lo fue en la realidad, en la que trabajó para la más famosa agencia de detectives norteamericana, la Pinkerton. Y no sólo combatiendo a endurecidos criminales sino, sobre todo, persiguiendo a sindicalistas y rompiendo huelgas. De ahí en gran parte su hastío profesional y su decisión de plasmar literariamente lo que había vivido. (Irakurri +)