Ken Follett: “He escrito un libro sobre la tolerancia”

Ken Follett (Cardiff) vuelve con una novela grande y apasionante. Se trata de Una columna de fuego (Plaza Janés, 2017), el tercer volumen de una saga iniciada con Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin. Esta vez, el escritor galés ha combinado ingredientes tan tentadores como la acción, el suspense y el amor. Y los ha colocado, estratégicamente, sobre el controvertido lienzo de las luchas de religión.

¿Qué motivos le han impulsado a volver a Kingsbridge?

Me gusta Kingsbridge. Y a los lectores también. Cuando inventé esta ciudad para Los pilares de la tierra ni siquiera pensé que el libro fuese a ser un éxito, ni que fuese a haber dos secuelas. Kingsbridge ha pasado a simbolizar Inglaterra y es muy útil desde el punto de vista literario, porque permite ver los cambios que ha experimentado Inglaterra, e incluso Europa, a lo largo de los siglos.

 ¿De dónde proviene la idea de escribir Una columna de fuego?

Leí en alguna parte que la reina Isabel I creó el primer servicio secreto inglés. Eso me intrigó y leí varios libros sobre espías y agentes secretos en el siglo XVI. Estaba seguro de que podría ser la base de una novela emocionante.

El derecho que creen tener algunas personas de matar a otras por el simple hecho de pertenecer a otra religión es una de las grandes cuestiones que plantea el libro. Un tema que, desgraciadamente, es de rabiosa actualidad. Religión o Poder son términos que no perecen. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Tenía claro que iba a hilar el relato a partir de esta cuestión?

Una columna de fuego es un libro sobre la tolerancia. Está ambientado en las guerras de religión, pero no es un libro sobre religión. Hoy a muy poca gente le importa la diferencia entre un católico y un protestante. La mayoría se inclina por decir: todos rendimos culto al mismo dios, las diferencias no importan… Lo que se valora ahora, y empezó a importar en el siglo XVI, es la idea de tolerancia religiosa. La gente la ansiaba. Los protestantes hablaron mucho sobre libertad de culto. A veces, cuando se convirtieron en mayoría, perdieron interés en la tolerancia y comenzaron a matar católicos. Los protestantes no son mejores que los católicos, y viceversa. Todos estaban bastante dispuestos a matarse unos a otros. Y los héroes de mi historia son aquellos que dicen: matar a gente por sus creencias está mal. Cuando lo digo parece un cliché, pero en el siglo XVI era una idea muy radical por la que uno podía ser ejecutado. Trágicamente todavía hay gente que considera una obligación matar a gente por tener la religión equivocada. No ha terminado. Y creo que es interesante preguntar: ¿Qué mueve a la persona que dice ‘voy a matar a esta gente porque reza a un dios incorrecto’? Porque las peleas sobre religión no son nunca sobre religión. Son también sobre poder y dinero. Así que me pareció interesante explorar en Una columna de fuego esa red poder-dinero-religión.

¿Cuánto ha durado el proceso de escribir la novela? ¿Cómo se ha organizado?

Suelo tardar tres años en escribir una novela. Son años muy intensos.  Tardo casi un año en investigar, planear la historia y escribir un primer esquema del libro. Durante el segundo año hago un primer borrador del libro entero que doy a leer a muchos gente: a historiadores o expertos en un determinado tema si lo veo necesario, a mis editores, a algunos amigos y mi familia. Durante el tercer año vuelvo a escribir el libro desde el principio.

Imagino que el proceso de documentación habrá sido largo. ¿A qué fuentes ha recurrido?

Para escribir Una columna de fuego utilicé un total de 228 libros. Muchos de ellos son solo bibliografía de referencia, pero habré leído íntegramente cerca de la mitad. Las obras que me resultaron más útiles para escribir Una columna de fuego son los libros sobre el «maestro de espías» Francis Walsingham y la red de espionaje y de agentes secretos que creó para la reina Isabel, en especial los tres volúmenes de Mr. Secretary Walsingham, del autor Conyers Read. Todo lo que hacían era secreto, por supuesto, por lo que es difícil conocer los detalles, pero varios historiadores aficionados a las labores detectivescas han descubierto una gran cantidad de información.

Además de Sevilla, ¿Qué otros lugares ha visitado?

Fui a Escocia para visitar Loch Leven, la prisión de la que escapó María Estuardo; a Bélgica para ver Amberes, el centro bancario del mundo occidental en aquella época y a París porque era la sede de los que conspiraron para asesinar a la reina Isabel.

“Una columna de fuego” alberga varios personajes históricos reales. ¿Hay alguno por el que sienta especial cariño o simpatía?

Tres grandes líderes del siglo xvi comprendieron la necesidad de la tolerancia religiosa, y curiosamente todas eran mujeres: la reina Isabel I de Inglaterra; Catalina de Médici, que fue reina de Francia y entonces reina madre; y Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos. En una época de fanatismo implacable cada una de ellas trató de persuadir a personas de religiones rivales de intentar convivir en paz. Por eso eran odiadas, y sus esfuerzos tuvieron éxito solo en parte. Todos sus intentos fueron socavados: Isabel, por las repetidas tramas para asesinarla; Catalina, por la despiadada familia De Guisa, y Margarita, por su medio hermano el rey Felipe II de España. Admiro su idealismo, su valor y su tenacidad frente a la oposición sanguinaria.

¿Cómo escribe Ken Follet? ¿Cuál es su rutina?

Me suelo levantar hacia las 6:30-7:00. Cuando me despierto tengo muchas ideas en la cabeza así que me pongo a escribir enseguida, antes de desayunar. Escribo todo el día, con una pausa para el desayuno y la comida. Hacia las 16:00, cuando ya empiezo a notar el cansancio, dejo de escribir y dedico un par de horas a hacer llamadas y a contestar correos. A las 18:00 suelo tomar una copa de champán… ¡mi premio por haber trabajo duro todo el día!

 

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