El Athletic Club – Josu Turuzeta

“También en el caso del Athletic es importante conocer el ayer, porque los proyectos que impulsamos en el presente se basan en las historias que nos contamos del pasado”
Acaba de ver la luz El Athletic Club, un libro de Josu Turuzeta que da cuenta de los primeros años de la entidad, es decir, del Origen de una leyenda o cuando el león era aún cachorro, tal y como indica el subtítulo. Se trata de una publicación escrita con la pasión del buen aficionado y el rigor del historiador, que ha manejado abundante documentación inédita. Dará que hablar, sin duda, porque rompe con algunas creencias comúnmente aceptadas por la familia rojiblanca, incluida la propia fecha de fundación del club, que el autor adelanta de 1898 a 1891.       

¿Cómo surge esta obra?
Cuando ultimaba un trabajo sobre el presente y el futuro del Athletic, reparé en la conocida cita de Gramsci: “Si no sabemos de dónde venimos, es imposible saber a dónde vamos”. Y caí en la cuenta de que es muy importante dilucidar el ayer, porque los proyectos que implementamos en el presente se apoyan en las historias que nos contamos del pasado. Por tanto, decidí añadir a aquel trabajo una primera parte con los hitos fundamentales en la historia del club. En cuanto empecé a indagar en sus primeros años de andadura, me di cuenta de la cantidad de patrañas que nos han contado. Seguí profundizando y lo que en principio iba a ser poco más que una introducción ha terminado adquiriendo el volumen y la personalidad de un libro.

Una de las “patrañas” que pretende poner de manifiesto atañe a la propia fecha fundacional del club. Usted la adelanta de 1898 a 1891.
Efectivamente, el Athletic Club –inscrito con el nombre de Club Atleta, porque aquello de Athletic Club al empleado del registro debía sonarle a chino– fue creado en 1891 por los directivos ingleses de Astilleros del Nervión. Con fines deportivos, lógicamente, aunque también con la evidente intención de “distraer” a los trabajadores y amortiguar la “agitación obrera”, como se decía entonces, muy presente tras la gran huelga de mayo de 1890. Se trataba de fomentar la rivalidad entre los trabajadores de los diferentes talleres de la factoría. Y ello dio origen a que en la temporada 1893-94 se organizase la primera competición futbolística europea de la que tenemos noticia fuera de Gran Bretaña.

A pesar del adelanto de fecha, el Recreativo de Huelva seguiría siendo el decano de los clubes de la actual Liga de Fútbol Profesional. Y, sin embargo, usted también pone en cuestión ese decanato…
El Huelva Recreation Club, inscrito en el registro con el nombre de Club de Recreo de Huelva, fue fundado a finales de diciembre de 1889. Su carácter era más recreativo que puramente deportivo. De hecho, su principal actividad consistía en organizar bailes. Creo que fue impulsado por William Sundheim, propietario del hotel en el que el club tenía su sede, para dar vida al establecimiento y que los miembros de la colonia británica hicieran gasto. En el acta fundacional se alude al tenis, pero no al fútbol, que por aquellos años debió tener en Huelva una presencia episódica. El primer partido “serio”, es decir, disputado por dos equipos formalmente constituidos, en un campo de dimensiones reglamentarias, con permiso gubernativo, debidamente anunciado y espectadores que pagaron la entrada, se celebró en Lamiako el 1 de noviembre de 1892. Contendieron el Bilbao FC y el Athletic Club. Para que nos hagamos una idea, el Barça cobró por primera vez entrada en diciembre de 1904. A mí me caben pocas dudas de que el auténtico decano es el Athletic, pero eso no es lo relevante, lo relevante es que el fútbol, tal y como ahora lo entendemos, tuvo su origen aquí, y no en Huelva, Madrid o Barcelona, como se ha escrito.

¿Cuál es el origen de las “patrañas” sobre el Athletic?
Sin duda, el periodista José María Mateos, una persona muy importante en el fútbol de su tiempo, que incluso llegó a ser seleccionador nacional. Mateos publicó en 1922 la primera monografía sobre el Athletic y, a partir de ahí, los autores han ido reproduciendo la información que proporcionó, sin cuestionarla.

¿Por qué inventaría esas “patrañas”?
Quizá para llenar lagunas de conocimiento. Al fin y al cabo, Mateos, nacido en 1888, tendría referencias de los primeros años del fútbol en Bizkaia, pero no pudo ser testigo directo de los mismos. Pero creo que también falseó u omitió algunos datos por bilbainismo mal entendido y patriotismo español. Por ejemplo, como no quería que el club tuviera “pañales extranjeros”, atribuyó la iniciativa a los jóvenes bilbainos que habían cursado estudios en Inglaterra. Pero eso suponía ignorar la historia de Astilleros del Nervión. E, ignorada ésta, necesitaba otra fecha fundacional. ¿Cuál? 1898, que, en mi opinión, fijó de forma arbitraria. ¿Por qué 1898? Porque el FC Barcelona surge en 1899 y, como Mateos deseaba para el Athletic la preeminencia, escribió que se había fundado justo un año antes.

Fuera fundado el Athletic en 1891 o 1898, en Bizkaia se jugaba a fútbol desde una o dos décadas antes.
Sabemos que en el colegio de los jesuitas en Orduña se practicaba ya en 1878, pues existe una fotografía en la que puede verse a un chaval con un balón. Téngase en cuenta que en la Institución Libre de Enseñanza de Madrid no se introdujo hasta 1889. En realidad, el fútbol se difundió en Bizkaia a través de cuatro agentes: los jóvenes vizcainos educados en el Reino Unido; los jesuitas, a través del antedicho colegio de Orduña y también de la Universidad de Deusto; los técnicos británicos empleados en las industrias vizcainas y, por supuesto, las tripulaciones de sus barcos. En realidad, el puerto es determinante. El fútbol penetra en casi todas partes a través de los puertos y, a finales del siglo XIX, Bilbao era el puerto en el que más barcos británicos recalaban, por delante de Hamburgo y Amberes. Por cierto que en esas ciudades también se crearon los primeros equipos de sus respectivos países. Otro tanto ocurrió en Francia con El Havre, en Italia con Génova, en Portugal con Oporto…

Los hallazgos de su libro no afectan sólo a la historia del Athletic Club, sino también a la del Atlético de Madrid, fundado paradójicamente por un nacionalista vasco.
Sí, el Atlético de Madrid edulcora o falsea su historia por la misma razón que Mateos y otros han falseado o edulcorado la del Athletic: porque no les gustaba. El origen del Atlético de Madrid está en el Athletic en Madrid, creado en 1903 por estudiantes vascos como sucursal en la capital española del Athletic bilbaino. No debe verse connotación peyorativa alguna en el término sucursal, pues es el que se emplea en la documentación para determinar su estatus legal. Y, sí, también, no sé como les sentará a los ultras del Atlético pero uno de los inspiradores y organizadores fundamentales de aquel club fue un abertzale alavés, Abdón González de Alaiza, líder de la colonia vasca en Madrid.

En el libro hay “un poco para todos”, pues también cuestiona “la filosofía” del Athletic.
Lo que cuestiono es que “la filosofía” hunda sus raíces casi en el principio de los tiempos, como pretenden algunos. Eso no es verdad. En el Athletic han jugado hasta sesenta futbolistas extranjeros, la mayoría británicos, pero también un belga, un suizo, un danés, un sueco, dos noruegos (o suecos, porque Noruega se independizó en 1905). Algunos argumentan que bueno, que sí, pero que eso tuvo lugar “muy al principio”, y que se trataba de sportmans que, por razones laborales o de otro tipo, habían recalado en Bilbao. Eso tampoco es verdad, pues también hubo jugadores extranjeros que vinieron al Athletic expresamente para ganarse unas libras.

¿Decidido, pues, a romper mitos con su libro?
Sería una pretensión vana por mi parte intentar recomponer el imaginario rojiblanco con un libro. Además de que el Athletic tiene méritos más que suficientes para ser un mito, no sólo por sus logros deportivos o relevancia social, sino incluso desde un punto de vista estrictamente histórico, pues no en vano fue el primer club que tuvo un equipo filial, el Athletic Club en Madrid; el primero que cuidó la cantera, pues ya en 1903 organizó un campeonato infantil; el primero en disponer de un órgano de comunicación propio, el semanario Bilbao Deportivo, en la temporada 1902-3; el primero que contó con un sponsor, la Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao; el primero que tuvo himno, el pasodoble Athletic Club, ejecutado por la banda de música del Regimiento Garellano en abril de 1903; el primero en ser objeto de un recibimiento popular; el primero que fue impresionado en celuloide… Todo esto es cierto, pero no lo es menos que la historiografía sobre el Athletic —con alguna excepción— ha discurrido por caminos ya sendereados, y la autocomplacencia en los relatos acordados podría convertirse en un lastre. Insisto: los proyectos que impulsamos en el presente se basan en las historias que nos contamos del pasado.

Arranca usted con una sugerente frase de Ignacio Ramonet: “El fútbol no es solamente un juego; constituye un hecho social total, ya que analizando todos sus componentes –lúdicos, sociales, económicos, políticos, culturales, tecnológicos–, se puede descifrar mejor a nuestras sociedades contemporáneas, identificar mejor los valores fundamentales, las contradicciones que conforman nuestro mundo. Y comprenderlos mejor”.
Así lo creo. Por eso he tratado de reflejar en qué contexto de desarrollo industrial y portuario surgió el fútbol en Bizkaia o cuál era el panorama deportivo de la época… la gimnasia, mezclada a menudo con el circo, la pelota, las regatas e incluso las peleas de gallos. También dónde estuvieron ubicados los primeros campos o, mejor, campas, que es como les llamaban entonces, como la de los Ingleses o el hipódromo de Lamiako. He intentado escribir un libro con rigor documental, lógicamente, pero también con anécdotas de esas que a todos nos gusta compartir con los amigos, o detalles sobre la evolución del escudo, la camiseta o incluso el nombre del club que suelen ser motivo de recurrentes y encendidas polémica entre aficionados.

Parece obvio que el Athletic tiene toda la historia por delante, pero su pasado, ¿da aún para mucho?
Sin duda alguna. Remedando a Kundera, creo que cabe decir que con el Athletic no sabemos todavía lo que nos puede deparar el pasado.

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