Javier Cercas: “Con este libro siento que he saldado una deuda personal y familiar, moral e histórica”

Javier CercasEl_monarca_de_las_sombrasJavier Cercas (Ibahernando, 1962) presenta El Monarca de las Sombras, un relato que maceraba en su ser desde que quiso ser escritor. La novela narra la historia de Manuel Mena, su tío abuelo, un joven que murió en la terrible Batalla del Ebro. Tenía 19 años y vestía uniforme franquista. A través de ella, el narrador mira de frente a su herencia, la verdadera crónica de sus antepasados.

En el epílogo de la edición de 2015 de Soldados de Salamina dice que lleva años tratando de “escribir un libro que esté a la altura de él”, confiesa que no lo ha conseguido y también promete “seguir intentándolo”. ¿Es El Monarca de las Sombras ese libro?

Espero que sí. Yo siempre intento que el libro que estoy escribiendo sea mi mejor libro, y el día que deje de intentarlo dejaré de escribir. Por otro lado, hay gente que piensa que mi mejor libro no es Soldados, y quizá tienen razón. No lo sé. En el fondo, cada lector tiene su libro favorito, porque cada lector crea su propio libro; o si lo prefieres: la mitad de un libro la pone el autor, y la otra mitad la pone el lector. Esa es la magia de la literatura. En resumen: sí, espero que este sea mi mejor libro.

Se trata de la historia de Manuel Mena, su tío abuelo, pero también la historia de todas las familias de España. ¿Hasta qué punto necesitaba escribirlo?

La historia de Manuel Mena la tenía en la cabeza desde que soy escritor, o más bien desde que tengo uso de razón, porque es una de las primeras historias que le oí a mi madre, que es quizá la protagonista secreta de este libro.  Podía no haberla escrito, desde luego; de hecho, creí que nunca sería capaz de escribirla, entre otras cosas porque eso entrañaba hablar del pueblo de Extremadura en el que nací, cosa que no había hecho nunca, y de mis orígenes personales y familiares: unos orígenes que muchas veces me han avergonzado, que a veces incluso quise ocultarme a mí mismo. Pero, ahora que he conseguido escribirla, me siento feliz: este libro no habla exactamente de la guerra civil, sino de la herencia de la guerra civil, con la que todos cargamos; es mejor ser consciente de ella que no serlo, porque uno no puede saber adónde va si no sabe de dónde viene.

Vuelve a narrar sin esconder al lector la verdadera historia de la novela, la trastienda. Las razones por las que escribe, cómo se documenta, cómo idea… Parece que se siente cómodo en ese formato, ¿Por qué? ¿Qué le aporta?

Bueno, yo he dicho más de una vez que escribo novelas de aventuras sobre la aventura de escribir novelas. Y en gran parte es verdad. Es una cuestión moral y formal, suponiendo que en una novela ambas cuestiones sean distintas. Lo cierto es que no quiero ocultarle al lector el proceso de hacerse la novela, el making off, dirían los cineastas: ese proceso forma parte principal de la novela, quiero decir que cómo y por qué y de qué manera se llega a escribir una novela es a veces más importante que la propia historia que cuenta la novela, y que a veces incluso puede ser sólo una excusa para contar lo otro.  Además, me gusta decirle al lector: “Mira, esto es una novela, esto no es la realidad ni finge serlo, y ahora vamos a jugar a un juego distinto al que suelen jugar las novelas, aunque en el fondo este juego sea totalmente novelesco, tan antiguo como la propia novela”.

Mezcla ficción y realidad. Y, esta vez, incluso, ha incorporado a miembros de su familia. Su madre, por ejemplo, es piedra angular de la historia. ¿Tenía claro que iba a encaminar la novela así? ¿Por qué lo decidió?

Era casi inevitable, porque esta es una novela sobre mi familia; y por eso, como usted decía, también es una novela sobre todas las familias: pinta tu aldea y pintarás el mundo, decía Tolstoi; pinta tu familia y pintarás todas las familias, añadiría yo. Y sí: Manuel Mena, un tío de mi madre que murió con 19 años en la batalla del Ebro, peleando en el bando franquista, es el protagonista visible de la novela, pero la protagonista invisible (y quizá, repito, la verdadera protagonista) es mi madre, que me transmitió la memoria de Manuel Mena. Todos los personajes de esta novela, absolutamente todos, son reales, pero, a diferencia de Anatomía de un instante o de El impostor, El monarca de las sombras no es una novela sin ficción o un relato real: en ella soy rigurosa, maniáticamente fiel a la historia con mayúsculas, a la historia colectiva, pero en lo que se refiere a la historia privada, al proceso de hacerse la novela, a mí y a mí familia y mis amigos y demás, me tomo pequeñas libertades (no muchas, sólo algunas): esas libertades mínimas convierten el relato real en ficción, porque, en cuanto pones una gota de ficción en un relato real, todo se convierte en ficción.

Imagino que su madre y sus familiares habrán leído la novela. ¿Qué les ha parecido? ¿Qué le han transmitido?

De mis familiares sólo lo la han leído quienes desempeñan un papel en ella; también la han leído los demás protagonistas vivos. Es una precaución que tomo desde hace tiempo: darles a leer los manuscritos de mis novelas a las personas que pueden sentirse directamente afectadas por lo que se cuenta en ellas, porque hacen algún tipo de aparición en ellas. Por lo demás, mentiría si no dijera que, a todos los lectores que tuvo, el manuscrito les gustó mucho; a .       o porque s de ellas las cuento en el propio libro, y otras no porqueesas. Algunas de ellas estdes para decir lo que he dquien más, claro, a mi madre, lo que no es extraño porque, como he dicho muchas veces, ella siempre ha pensado que entre Cervantes y yo hay un vacío desolador en la literatura occidental. En fin. De todos modos, en este caso era distinto, porque la historia la afectaba directamente –quizá era la historia que más directamente podía afectarla-, y porque el tema era muy delicado; pero su reacción –mentiría otra vez si no lo dijera- ha sido muy buena.

Y también incluye a La Odisea, y La Ilíada. A Ulises y Aquiles, construye un bonito paralelismo. Y cuenta muchas cosas sobre sí mismo… ¿Cómo ha sido el trayecto, el proceso de creación?

Cuando alguien me pregunta cuánto he tardado en escribir esta novela, contesto la verdad: toda la vida. Así que ha sido un proceso largo y complejo. Mi impresión es que llevo desde la adolescencia –desde que quise ser escritor- preparándome para escribir este libro, aprendiendo cosas, puliendo mis instrumentos de trabajo y mis habilidades para decir lo que he dicho. Pero en los tres últimos años sólo he vivido para este libro, y la verdad es que me he llevado grandes sorpresas. Algunas de ellas las cuento en el propio libro, y otras no,  porque ya se sabe que lo mejor es enemigo de lo bueno, quiero decir porque no eran pertinentes o porque sobraban.

¿Siente que ha saldado una deuda? ¿Que ha cerrado un ciclo? ¿O volverá a escribir sobre la Guerra Civil?

Siento que he saldado una deuda, sí, una deuda personal y familiar, moral e histórica, aunque no sé si he cerrado un ciclo: espero averiguarlo pronto. En cuanto a la Guerra Civil, después de Soldados de Salamina yo creía que nunca volvería a escribir sobre ella, aunque también sabía que la historia de Manuel Mena seguía allí, agazapada; ahora no sé qué pasará: no descarto nada. La Guerra Civil es un tema inagotable. Primero porque, como la literatura es forma y no fondo, todos los temas son inagotables: lo único que se agota es la forma de abordarlos. Y segundo –y sobre todo- porque la Guerra Civil no es más que un avatar del tema de la guerra, que es el primer tema de la literatura, y probablemente será el último.

¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de escribir El Monarca de las Sombras?

Sin la menor duda, ser capaz de escribir un libro que yo creía que no sería capaz de escribir. O dicho de otro modo: ser capaz de formular de la manera más compleja posible la pregunta que me ha planteado siempre el destino terrible de Manuel Mena, para que cada lector la conteste a su modo. En eso consiste para mí escribir una novela: en formular una pregunta compleja de la manera más compleja posible.

¿Por qué escribe Javier Cercas? ¿Concibe la escritura como necesidad? ¿Como entretenimiento?

Diría que como pasión. No sé si también como una necesidad, aunque si no escribiese probablemente sería un oligofrénico peligroso. En cuanto a por qué escribo, hay miles de respuestas a esa pregunta; daré una que es fundamental en el libro, de hecho es uno de sus leitmotiv: escribo para no ser escrito (es decir: escribo para intentar ser quien soy y no otro, para vivir mi propia vida y no la de otro). La frase no es mía: es de Fogwill.

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