Lorenzo Silva y Noemí Trujillo: “La prostitución es la forma de violencia de género más radical que existe”

Lorenzo Silva y Noemí Trujillo regresan con una nueva entrega de su serie policíaca protagonizada por la inspectora Manuela Mauri. La Innombrable (Editorial Destino), no es sólo una novela de homicidios, es también un grito de denuncia, como explica este matrimonio de escritores.

Este libro reconstruye una trama que capta a menores mediante la droga y luego las prostituye. ¿Hasta qué punto lo que se cuenta refleja la realidad?

N.T. En esta novela, como en otras ocasiones, nos hemos inspirado en un caso real, pero no pretendemos hacer true crime ni reproducir detalles verídicos. La realidad es solo un punto de partida. Hemos consultado sentencias relacionadas con inducción a la prostitución de menores. Cuesta creer que una persona sea capaz de hacerle algo así a otra, sobre todo si tiene la clara conciencia de que la víctima es menor de edad. Solo hay que escribir «prostitución de menores» en Google para comprobar, con tristeza, que la justicia española investiga casos de captación de menores en todo el país y que con regularidad surgen noticias nuevas relacionadas con el tema.

L.S. También conocemos a profesionales policiales que lidian con este tipo de asuntos, pero durante la escritura de la novela, por la sensibilidad del asunto y el dolor de las víctimas, hicimos un esfuerzo por distanciarnos de los casos reales y crear unos personajes de ficción que nos permitieran llegar al fondo de la historia sin dañar a nadie. No sólo al alma de las menores prostituidas, sino también al corazón de la indiferencia que mueve a los clientes.

Por tanto, esta novela tiene ánimo de denuncia.

N.T. Por supuesto que sí. La novela negra tiene una larga tradición de denuncia social, no es nada nuevo. A mí me interesa la posibilidad de señalar los problemas de nuestra sociedad. En España no hay una postura uniforme en todo el país respecto a la prostitución, llevamos 25 años de retraso en la aprobación de leyes abolicionistas. Desde el mundo de la cultura en general (y de la novela negra en particular) son muchas las voces que subrayan que toda mujer que ejerce la prostitución, voluntaria o involuntariamente, es una víctima.

L.S. Siempre tengo a mano una frase de Spinoza: «en igualdad de condiciones, estimamos más lo que percibimos como necesario». Está bien entretener, intrigar, conmover, y sin eso posiblemente no hay literatura: pero si uno puede cumplir, en alguna medida, la función de señalar el mal —que según Sender era irrenunciable para el novelista—, la obra tiene un plus. Lo que no le toca al narrador es convertirse en doctrinario o solucionador, eso ya es tarea de otros.

El debate sobre el consumo de la prostitución está en el centro de la trama.

N.T. Las tesis abolicionistas son una de las primeras expresiones del feminismo. ‘La Innombrable’ muestra la gran mentira de la captación, que siempre se produce con engaños, y que existen condicionantes que impiden la salida de la prostitución. Buscamos mostrar los vínculos entre la prostitución y la violencia. Ante la imposibilidad de que nuestros políticos trabajen juntos por un gran pacto de Estado que declare leyes abolicionistas en todo el país solo podemos esperar que se produzca un cambio cultural, que entendamos que en el siglo XXI no es aceptable hablar de consumo de prostitución, porque la actividad prostitucional atenta contra los derechos humanos y es la forma de violencia de género más radical que existe.

L.S. Respaldo lo que dice Noemí. Al margen de justificaciones morales, siempre precarias —a mí me cuesta creer que alguien sea enteramente libre para convertirse a sí mismo en mercancía—, hay razones evidentes de salud pública y seguridad para reducir al mínimo la industria de la prostitución: las secuelas físicas y psicológicas de la actividad en quienes se prostituyen, y la cobertura que la existencia de este submundo ofrece a la violencia, la trata de personas y a la explotación de menores son efectos indeseables que cualquier sociedad con un mínimo sentido del decoro debería tratar de erradicar.

La adolescencia y las drogas es otro de los pilares de la novela.

N.T. En la historia la joven Susana se prostituye para conseguir drogas. Esa es una mala decisión. La Innombrable no es solo una novela sobre la adolescencia, es un libro que habla del peso que tienen las decisiones que tomamos en nuestra vida.

L.S. La adolescencia es más crucial de lo que tendemos a creer. Siempre recuerdo, por la parte que a mí me toca, que fue en plena adolescencia cuando decidí ser escritor y me tracé el plan de vida que cuarenta años después intento seguir cumpliendo. Llevo casi treinta años recorriendo institutos de enseñanza media por toda la geografía nacional y en mi conversación con los chavales siempre trato de trasladarles esa idea: estáis en el momento en el que de verdad empezáis a ser y haceros vosotros mismos. Y las decisiones son sólo vuestras, pero todas tienen consecuencias. Que me pregunten a mí.

La inspectora Mauri debe enfrentarse a la investigación mientras atraviesa por un grave problema de salud. ¿Con qué intención le ponéis en este brete?

N.T. ¿Os imagináis al gran Sherlock Holmes enfermo? ¿O a la icónica Miss Marple? Los detectives del policiaco clásico jamás enferman: son invulnerables. Con la llegada del hard-bolied se optó por sustituir el misterio por la acción trepidante: los detectives reciben golpes en la cabeza y sus vidas siempre corren peligro, pero nada de enfermedades. Es la novela negra contemporánea la que tiene la posibilidad de mostrar a detectives de carne y hueso, que enferman como nosotros y que, en ocasiones, son vulnerables. Esta es una idea con la que hemos trabajado mucho. En Si esto es una mujer, nuestra inspectora, Manuela Mauri, estaba de baja por depresión; en La forja de una rebelde tuvo un problema ginecológico y en La innombrable debe enfrentarse a un grave problema de salud que la llevará a replantearse muchas cosas.

L.S. Como la idea es de Noemí, puedo decir que me parece brillante. Los seres humanos acometemos nuestras aventuras, mayores o menores, desde la fragilidad de nuestros cuerpos y nuestras almas. Y eso a menudo se omite, cuando es un factor que redondea el significado de las historias. Siempre me acuerdo de T. E. Lawrence, un hombre de firme voluntad, pero salud mental quebradiza y físico nada imponente. Que estando así fuera capaz de echar abajo él solo el Imperio otomano hace todavía más sensacional su hazaña.

¿Cómo es el proceso de escribir a cuatro manos?

N.T. Ja, ja. Es la pregunta que más nos hacen siempre que promocionamos un libro de la serie de Manuela Mauri y, la verdad, a mí me gusta responderla. Tengo la sensación de que siempre he contestado mal, de que se espera que mencione algún truco o alguna regla para escribir con otro. Y no tengo esa respuesta, no dispongo de ningún método: cada vez que he escrito con Lorenzo ha sido diferente. Yo puedo escribir a cuatro manos con él porque creo en la literatura como algo compartido.

L.S. Siempre respondo lo mismo: como se hace cualquier cosa importante, con mucho cuidado. Que en este caso quiere decir respeto a las ideas ajenas y confianza en el otro. Hablando mucho, teniendo una misma idea sobre por qué y para qué se cuenta la historia, y tratando de llevarla al papel con un estilo que nos represente a ambos sin ser el estilo individual de ninguno de los dos. Como tantas otras cosas en la vida y en la literatura, se va mejorando con la práctica.

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