Mikel Rodriguez – “Los vascos no hemos aceptado aún el reto de crear una literatura de terror propia”
Mikel Rodríguez (Oiartzun, 1967) es historiador y, como tal, ha publicado libros que han cosechado un notable éxito, como Maquis, la guerrilla vasca (2000), Memoria de los vascos en la II Guerra Mundial (2002) o Espías vascos (2004). Ahora, sin embargo, regresa con su primera propuesta de ficción, bien llamativa, por cierto: Sacamantecas y otros relatos vascos de terror.
¿Qué va a encontrar el lector en su nuevo libro?
Va a encontrar relatos de terror que fusionan diversos pasajes de nuestra historia con los principales hitos del género: los cuentos fantásticos de Poe, los mitos del Cthulhú del maestro Lovecraft o los monstruos clásicos como el vampiro o el hombre lobo, este último conocido como gizotso en la tradición vasca. Otros relatos recrean negras historias autóctonas, como la del Sacamantecas alavés, los akelarres del Baztan o el pueblo maldito de Otxate. El contexto histórico, muy amplio, desde la época de la colonización romana hasta nuestros días, da mucho juego a la hora de crear una cosmogonía de terror. Me he permitido incluir y, en ocasiones, hacer protagonistas de las narraciones a personajes históricos como el conde de Peñaflorida, el científico Fausto Elhuyar, el escritor Félix María de Samaniego o el mismísimo Sabino Arana.
¿La historia y la tradición vasca dan para tanto desde el punto de vista del género?
Sin ninguna duda. Hay que tener en cuenta que la población vasca, como el resto de la europea, ha vivido hasta hace relativamente poco en un mundo en el que lo sobrenatural formaba parte de la vida cotidiana. Tanto es así que incluso un escéptico como Rousseau se permitió escribir. “Si hay en el mundo una historia acreditada, es la de los vampiros. No le hace falta nada: testimonios orales, certificados de personas notables, de cirujanos, de curas, de magistrados. La evidencia jurídica es de las más completas”. Un pueblo antiguo, como el vasco, apegado a sus costumbres, con una cultura singular cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos… parecería el ámbito adecuado para crear una literatura de terror. Y, de hecho, así ha sido: poseemos una literatura oral poblada de lamias, gizotsos, sorgiñas o basajauns que aterrorizó a nuestros antepasados. Los eguzkilores protegieron los caseríos y a sus moradores de los chupadores de sangre hasta hace cien años. Una serie de ritos mortuorios de lo más diverso impedía al muerto regresar del más allá como anima erratuba, como alma errante. Las mismas canciones populares advertían contra el mal, como la que recuerda las capillas construidas en cada encrucijada alrededor del castillo de Altzürükü, inútilmente erigidas para evitar la venganza de las brujas contra el conde y sus descendientes. Esta relación de los vascos con lo sobrenatural se plasmó en la obra de cronistas como Pablo Gorosabel o en la de Pierres de Lancre, el cazador de brujas de inicios del XVII, convencido de que los habitantes de estas tierras adoraban al demonio. Ya en nuestros días, etnógrafos como José Miguel Barandiaran, Jon Oñatibia, José María Satrustegi o Julio Caro Baroja recogieron e investigaron todas estas creencias desde un punto de vista científico. Los lingüistas, por su parte, han descubierto una geografía vasca plagada de topónimos que hacen referencia a las fuerzas del mal: sorginzulo, lamialeku, deabrulabarra, ipernukozubia… Muchas de estas denominaciones son una farsa, meras patrañas de los escritores románticos del XIX o de las agencias de desarrollo rural de nuestros días, deseosas de suministrar un hálito de misterio a los negocios de agroturismo. Pero otros permanecen ahí, inalterados, desde época inmemorial. Este fenómeno y sus posibilidades literarias fueron percibidos incluso por escritores extranjeros, como Robert E. Howard, creador de Conan el Bárbaro, que consideraba a los vascos como el último pueblo superviviente del mundo de espada y brujería en que situó a su héroe.
¿Ese filón se ha explotado adecuadamente?
Sinceramente, creo que no. Por supuesto que hay autores que han abordado y abordan el género, pero voy a aportar un dato que quizá sea revelador: entre los 61 miembros de Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror, sólo hay un vasco. En mi opinión, contamos con materiales de sobra, pero los vascos no hemos aceptado aún el reto de crear una literatura de terror propia.
Paradójicamente, el género de terror parece tener muchos seguidores entre nosotros…
No cabe duda. El Festival de Cine Fantástico y de Terror de Donostia llega este año a su vigesimosegunda edición. El de Bilbao ya va por la decimoséptima. Ambos son fenómenos mediáticos masivos. En el campo estrictamente de la literatura, desde 1993 existe una tertulia mensual en Bilbao dedicada al género, y en Vitoria se ha fundado la asociación Hevenday, cuyo objetivo es impulsar la literatura fantástica y de terror en Álava. Aunque sea de una manera modesta, uno de los objetivo de mi libro es también impulsar la literatura de terror vasca.
De sus palabras puede deducirse que se trata de un libro orientado específicamente a un público muy aficionado al terror.
En absoluto. Es verdad que contiene guiños y referencias a las obras de Lovecraft o Bram Stoker, por ejemplo, que estoy seguro de que los aficionados enseguida identificarán, y espero que aprecien. Pero no hace falta ser fan de nada ni conocer ningún código especial para acercarse a estos relatos. Cualquiera que sienta curiosidad puede hacerlo.
Usted incluye en sus relatos referencias históricas reales. Como suele suceder con las novelas históricas, puede que, en algún caso, el lector se pregunte dónde termina la realidad y dónde empieza la fantasía.
Esto es ficción, por supuesto. Pero, ante la eventualidad de que a los lectores puedan quedarse en algún caso con las ganas de saber si un dato concreto es real o imaginado, he incorporado al final del libro un glosario para que les ayude a aclararla.
Hay un personaje, Viviana de Arrazubia, una vampiro de pura cepa vasca, que repite protagonismo en tres de los relatos del libro. ¿Nos encontramos ante el anuncio de algo tan propio del género como una secuela?
Yo escribo relatos, y relatos de terror, “desde siempre”. Por tanto, la posibilidad de una “secuela”, llamémosla así, es algo que no descarto, pero dejemos primero que Sacamantecas y otros relatos vascos de terror haga su camino.
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