“En Bilbao en negro he reunido historias para que el lector disfrute y, de paso, conozca algo más sobre nuestro pasado”

Bilbao en negroImanol Villa, doctor en Historia Contemporánea, es un avezado investigador del pasado de Bilbao y Bizkaia, lo que ha puesto de relieve a través de un buen número de libros. Sin embargo, entre un público muy amplio, es conocido sobre todo por los artículos que publica semanalmente en la popular sección Crónicas de Bilbao y Vizcaya de El Correo. Precisamente, en Bilbao en negro nos presenta un ramillete de esos artículos. En ellos recupera momentos truculentos y sórdidos, fruto de crímenes o del ejercicio y la represión del sexo, pero también picantes y chirenes, relacionados con tipos populares o sucesos insólitos. Se trata de historias que leemos hoy entre el asombro y la sonrisa, ponderando cuán lejos o cuán cerca estamos de aquellos que nos precedieron.

Crónicas de Bilbao y Vizcaya es todo un clásico de la divulgación sobre el pasado de la Villa y el Señorío…

Desde luego. Yo llevo en esa sección la friolera de doce años. En este tiempo he publicado más de 500 crónicas. A veces yo mismo me sorprendo de la cantidad de temas que se pueden encontrar para escribir sobre ellos. Hay que tener en cuenta que, antes de que yo empezara, la sección corrió a cargo de Manuel Montero, quien, a su vez, recogió el testigo de Manuel Basas. Sin duda, con lo que hemos escrito entre los tres, se podría editar una voluminosa enciclopedia sobre la historia de Bilbao y de Vizcaya.

Ya en 2007 reunió muchos de sus artículos en Bilbao-Crónica de una ciudad inmortal. Ahora repite con Bilbao en negro, señal, sin duda, de que aquel libro tuvo una buena acogida.

Sí. En aquel reuní todos los artículos que había publicado hasta la fecha. En este, en cambio, tras consultarlo con el editor, he optado por una selección, con el fin de hacer un libro más liviano y más asequible, en todos los sentidos, para un público amplio. Ello me ha obligado a aplicar un filtro temático.

Un filtro que ha escorado la selección de artículos hacia, digamos, uno de los “lados oscuros” de la Villa.

El casi medio centenar de artículos que he escogido se divide en cuatro bloques: crímenes –de ahí sobre todo el título del libro, Bilbao en negro–; informaciones relacionadas con el sexo, especialmente el mercenario; anuncios publicitarios y, como colofón, una sección miscelánea con toda una serie de perfiles de tipos populares, noticias insólitas y curiosidades varias.

¿Por qué este escoramiento?

Quizás porque, pese a lo que a veces se piensa, hay suficiente material para certificar la existencia de ese lado oscuro. Violencia, crímenes, pasiones inconfesables… Todo ello forma un universo vital que, en mi opinión, otorga una dimensión más humana a la Historia. Con eso se va a encontrar el lector en Bilbao en negro, con miserias y pequeñas grandezas cotidianas, de andar por casa, protagonizadas por gente corriente.

Usted defiende este tipo de sucesos “anecdóticos” como constitutivos imprescindibles de la Historia, con mayúscula.

Son sucesos anecdóticos en el sentido de que, en general, están alejados de los grandes acontecimientos económicos, sociales, culturales y políticos sobre los que se escribe la Historia, pero que son parte irrenunciable de la misma, pues no hay Historia sin cotidianeidad, sin el pálpito de la gente corriente. Son anecdóticos en cuanto a cotidianos. Lo que cada uno de nosotros hacemos a diario, lo que hacen nuestros vecinos y el resto de la gente, a la que vemos o no vemos, pero que sabemos cercana y contemporánea, forma parte de la Historia. Presentando un universo cotidiano del pasado, que hemos dado en calificar como anecdótico, quizá podamos calibrar mucho mejor los avances en nuestro particular grado de civilización. Incluso podemos llegar a comprobar dónde nos hemos estancado, en qué no hemos cambiado. Y es precisamente ese espíritu el que late en estas crónicas. Al menos eso espero.

Entre los crímenes incluye episodios tan variados como el motín en el espectáculo aéreo de Durango de 1910, el asalto al alcalde de Bermeo de 1912 o los asesinatos del capitán Boyer en Bilbao al amparo de la represión de la huelga revolucionaria de 1917. De entre todos ellos, ¿alguno le parece especialmente significativo?

La verdad es que no sería capaz de elegir uno. Eso sí, me sorprende e impresiona, y es el asunto central en muchos de ellos, la irracionalidad de la masa.

El sexo, una válvula de escape y, a la vez, objeto de represión…

El sexo forma parte de nosotros mismos. Es parte de la vida y es vida al mismo tiempo. Es tan personal, tan intransferible, tan íntimo, que su control permite el control y la enajenación completa de la persona. La vigilancia sobre la intimidad favorece el sometimiento y la obediencia. ¡Bien podríamos hablar de ello en los años del nacional-catolicismo! Sin embargo, es cierto que no es fácil controlar un espacio tan íntimo, ese espacio en el que nos presentamos tal y como somos y del que no podemos zafarnos. En el libro he incluido textos sobre la localización de la prostitución en Bilbao, las recomendaciones de los higienistas de hace un siglo o las campañas contra la “indecencia” en el teatro.

¿Por qué dedicar todo un apartado a la publicidad?

Los anuncios, en todas las épocas, nos ofrecen pistas muy claras sobre carencias, males, ambiciones, necesidades… A través de la publicidad, podemos averiguar casi a la perfección qué males físicos afectaban a nuestros antepasados o cuáles eran sus hábitos alimenticios e incluso sexuales. Por ejemplo, los anuncios de piel y secretas abundaban hace cien años.

¿Con qué criterio ha seleccionado las crónicas que constituyen la miscelánea final?

La diversión. Son artículos que, por ejemplo, versan sobre Joaquina La Navarra, una tonadillera “subversiva” a la que todo Bilbao, con el alcalde a la cabeza, arropó ante el corregidor en 1800; sobre tipos populares, como los chacolineros, los chimberos o las sardineras, o sobre sucesos como la observación del cometa Halley en 1910. Son historias amenas para que el lector pase un buen rato y aprenda. La Historia no es aburrida. En realidad, ese, y no otro, es el objetivo del conjunto del libro: que el lector disfrute y, si además la lectura le lleva a hacerse algunas preguntas, mucho mejor.

 

En su anterior recopilación de crónicas se refirió a Bilbao como “una ciudad inmortal”. En esta, insiste en que se trata de “una ciudad fuera de lo común”. ¿En qué cree que queda de manifiesto esa singularidad en Bilbao en negro?

Bilbao es un universo en el que se dan cita muchos mundos. Y su grandeza es también su miseria. Además, es imposible la inmortalidad si antes no se baja a los infiernos.

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