Elvira Navarro: “No puedo evitar escribir desde el conflicto, sin conflicto no hay literatura”

“La isla de los conejos” (Random House, 2019) es el título del último trabajo de Elvira Navarro (Huelva, 1978), y también el nombre que lleva uno de los once relatos que habitan las páginas del libro. Se trata de un viaje inesperado, repleto de fábulas y de tensión. De sensaciones perturbadoras, y de calidad literaria. Una invitación a disfrutar de una lectura lúcida e inesperada.

¿Cómo le llegaron el deseo, la necesidad, las ganas de escribir un libro de relatos?

La idea me vino en 2014, aunque ya venía anotando ideas para relatos desde antes. Me di cuenta de que muchos de esos cuentos tenían una atmósfera y un tono similar, es decir, de que ahí había un libro.

Todos los cuentos tienen en común una atmósfera, un ambiente, un olor perturbador e inquietante. ¿Tenía claro desde el principio que eso iba a ser su nexo de unión?

Sí, exacto. La unidad viene a través de unas atmósferas determinadas, no porque acontezcan en un mismo espacio, sino porque éste tiene unas cualidades envolventes y de tono que apuntan a una continuidad en los distintos textos, aun cuando cada uno tiene temas y tramas distintos. Yo soy una escritora muy atmosférica. Proyecto la subjetividad de los personajes en los espacios.

Son relatos punzantes, muy acertados en su argumentación. Con personajes muy reales, y con momentos y vivencias muy “vivibles” por seres humanos normales. Pero tienen tintes de tristeza, de perdición… ¿Por qué decidió narrar estas historias desde un encuadre tan desesperanzador? ¿Cree de verdad que el pesimismo y la depresión tienen que ver con mirar el mundo desde una sensibilidad excesiva?

No puedo evitar escribir desde el conflicto. Te diría que sin conflicto no hay literatura, porque son los problemas y las zonas oscuras de nosotros las que generan discurso y piden ser llevadas a la luz, en una tentativa de solución, o al menos de análisis. La sensibilidad excesiva no creo que juegue ningún papel a este respecto; diría que en estos cuentos se trata, a veces, del desfase entre las expectativas de los personajes y lo que obtienen, y también de la incapacidad para tomar decisiones.

¿No le parece demasiado doloroso?

En absoluto. Llevar luz a la sombra me parece un proceso liberador y gozoso. Y además yo me lo paso muy bien cuando escribo.

Una de las razones por la me ha gustado leer los cuentos es porque cuentan esa parte de la historia que hoy las Redes Sociales no muestran, que no esperan likes, ni corazones… De hecho, Facebook hace acto de aparición como un personaje de terror. ¿Es algo que quería conseguir: “mostrar lo que no publicaríamos en Instagram”?

En “Memorial” trato el tema de los muertos en internet. No es un relato que vaya sobre el prestigio, que en las redes se mide por el número de likes, sino sobre esa extraña forma de pervivencia virtual de los muertos, porque en internet nos quedamos congelados en un presente. Eso nos acerca a los fantasmas clásicos, que en literatura y en el cine suelen aparecerse siempre en un lugar para reclamar algo. Los muertos del espacio virtual no aparecen si no se les busca, pero están ahí, quietos, con su mismo perfil de Facebook, con las intervenciones que hicieron en blogs o en Twitter.

Personalmente, escribir con tintes autobiográficos me parece algo inevitable. En este libro, ¿ha recurrido con frecuencia a tus recuerdos?

En mi caso, siempre parte de  algo autobiográfico, y a partir de ahí, invento. Por ejemplo, “París Périphérie” procede de una estancia que hice en París con una beca Erasmus, “La habitación de arriba” de una vez que llegué a un hotel en Zaragoza y le habían dado mi habitación a otra persona, “Regresión” de la Valencia de mi infancia… En todos los casos, pasa mucho tiempo desde mi vivencia hasta que decido acudir a ese recuerdo, que tiene ya un carácter ficcional porque la memoria no es un mero archivo, sino un relato vivo que muta continuamente.

¿Cómo influye la filosofía en su literatura?

Me han hecho muchas veces esa pregunta y nunca sé qué decir. Supongo que la filosofía es un vector más de muchos, como ser de padres andaluces y andaluza yo misma, el haber viajado sin parar desde antes de tener uso de razón o el haberme pasado la adolescencia escuchando a Camarón y a The Cure.

¿Por qué escribe Elvira Navarro? 

Escribir permite expresarse de una manera que no es transferible a ningún otro lenguaje. Por motivos que ignoro, necesito articular un significado a través de lo que llamamos literatura. Es vocacional. Y es muy difícil explicar por qué se tiene una vocación. Desde niña leo mucho, pero hay mucha gente que es gran lectora desde temprana edad y no tiene necesidad de escribir.

Imagino que tendrá nuevos proyectos entre manos, algo he leído…

Estoy convirtiendo un blog llamado Periferia donde relataba mis paseos por barrios de Madrid en un libro. Y también tengo unas cuantas novelitas cortas a medias que creo que darán para otro libro.

 

 

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