Tadea Lizarbe: “Buscaba una novela en la que el lector supiera más que nuestro doctor Alarcón”

Tadea Lizarbe ha publicado la novela La ordenada vida del doctor Alarcón (Harper Collins). En esta nueva publicación, el doctor Alarcón se muestra irritable. No le gusta perder el control y mucho menos otorgárselo a alguien como yo. Es extremadamente inteligente, los historiales escolares señalan un cociente intelectual de 160. Se escuda en sus capacidades intelectuales absolutamente para todo. Cree que nadie puede tomar una decisión mejor que él mismo, por lo que la confianza que proyecta en su intelecto podría justificar cualquier acto.

P: ¿Cuál es el origen de La ordenada vida del doctor Alarcón?
R: Su origen está en las picaduras del día a día. Un día cualquiera todos tenemos pequeñas cosas que nos irritan o que nos sacan de nuestras casillas, que nos hacen tragar saliva y apretar la mandíbula. Y un día cualquiera se convierten en una semana cualquiera, un mes cualquiera… Finalmente, una vida entera en la que las mismas cosas nos irritan una y otra vez. Creamos así nuestro mapa mental de hipersensibilidad al tedio, al fastidio y nuestros propios prejuicios: una lista interna de lo que puede acabar siendo una úlcera de estómago si no encuentras las estrategias adecuadas para vencer el malestar.

Ante esas picaduras me planteé, ¿cómo sería la vida para alguien que no comprendiera, que no supiera explicarse por qué se levanta cada día con un picotazo más? Así surgió el doctor Alarcón, un médico de atención primaria que convive con continuos picores pero que no comprende de dónde vienen: no comprende la influencia de las relaciones sociales en él. ¿Cuánto puede aguantar una persona sin rascarse cuando le pica? Si no la cuidas, la gangrena de la herida de un picotazo podría llegar a ser mortal.

Buscaba una novela en la que el lector supiera más que nuestro doctor Alarcón, que conociera de la existencia de los mosquitos, ¡y sin poder advertírselo desde ese lado de la página!

P: No comprende la influencia de las relaciones sociales… ¿Acaso sufre de algún trastorno psicológico?
R: Ninguno diagnosticado a excepción de la detección en su infancia de sus altas capacidades intelectuales, pero podríamos decir que tiene ciertos rasgos Asperger. El doctor Alarcón es un personaje solitario, con dificultades para relacionarse, que estructura sus rutinas estrictamente, con rituales, obsesiones y compulsiones. Un médico de atención primaria frustrado que sobrevive como puede a su aburrida vida. Se ve a sí mismo como un genio y a todos los demás como «sumamente estúpidos», lo que le da permiso para juzgar cualquier comportamiento ajeno y cualquier interacción social lo irrita y lo expone a un enfado que continuamente intenta controlar, tragándose sus emociones y pensamientos. Vive en un mundo repleto de frustraciones y debe hacer verdaderos esfuerzos por controlar su ira.

P. Un personaje complejo.
R. Uno de mis objetivos era que el lector tuviera la oportunidad de empatizar con alguien con esa personalidad, viviendo el mundo desde su perspectiva, y no solo desde el interior de sus pensamientos ya que la trama de la narración alterna la visión que tiene de sí mismo el doctor Alarcón y la que ofrece al resto de personajes, que tienen su propio hueco para hablar con el lector. Describir a una misma persona desde diferentes puntos de vista: el pensamiento interno del doctor Alarcón, la de las personas con las que interactúa y las propias conclusiones que saque el lector de la novela, se convierten en una interacción viva e interesante.

Definiría a Manuel Alarcón como un personaje atractivo. Últimamente hay una tendencia a utilizar personajes al límite del trastorno del Asperger, como lo estamos viendo en series de televisión: Sheldon de The Big Bang Theory, Bones, House…

P. Y todo ello en un escenario en el que el lector no se siente extraño, al que acude cuando es más vulnerable y dependiente, pidiendo ayuda médica: un Centro de Salud.
R. Es el escenario perfecto para la ebullición de la trama y para la propia ebullición al rojo vivo del doctor Alarcón. Sabemos que alrededor del doctor está muriendo gente en extrañas circunstancias y él, debido a las tareas propias de su oficio, sabe que está rodeado de personas relacionadas entre sí; en su círculo social y laboral todos son sospechosos, el número de posibles homicidas es tan exponencial como lo puede ser un catarro contagioso. Y todos pasan por sus manos.

Aunque él lo niegue, cada día y minuto de su jornada laboral se enfrenta a su talón de Aquiles, trabaja en la primera línea de atención médica, allí donde se impone el trato con las personas y lo más humano, aquello de lo que carece: las habilidades sociales.

Es como colocar un cubito de hielo decidido a no derretirse sobre una parrilla.

P. Tu profesión, terapeuta ocupacional en el ámbito de salud mental ¿es una fuente de inspiración para desarrollar tus personajes? ¿Qué tiene de ti el doctor Alarcón?
R. Tengo la suerte de ejercer en un ámbito que adoro y, en estos momentos, la fortuna de trabajar en un nuevo Programa de atención a primeros episodios psicóticos, que se acaba de instaurar en Navarra. Pero la inspiración del origen de esta novela no viene de mi profesión. Es al revés, mis intereses, mis actitudes y aptitudes me dirigen hacia mis dos vocaciones: la intervención en población que necesita atención en salud mental y mi capacidad de crear historias en los que los protagonistas tienen una profundidad psicológica. Supongo que es la empatía, la capacidad para ponerme en su lugar, lo que une los dos ámbitos. Pero, seguramente, todos la tengamos. La enfermedad mental es un término estigmatizado y que asusta, pero creo que hay una creencia colectiva errónea: no recelamos o sentimos miedo al desconocimiento de lo que pasa por la mente de una persona que necesita atención psicológica, tememos, porque sabemos que su sufrimiento no se aleja del nuestro y que es una delgada línea la que nos separa. El doctor Alarcón es un personaje entrañable porque acabamos empatizando con él, por lo tanto, devuelvo la pregunta: ¿qué tiene el lector del doctor Alarcón?

P. En este caso, ¿estamos ante una novela de suspense psicológico, un thriller médico…?
R. Considero que es un thriller. Mi absoluta intención era no romper en ningún momento el pacto de ficción con el lector, creando una atmósfera de tensión y una sensación de que en cualquier momento puede derrumbarse todo, una sensación de riesgo real que va en aumento. Ya en sus primeras páginas comienza con mucha fuerza, dejando claros los puntos sobre los que voy a apoyar la historia y planteando suficientes incógnitas como para mantener el interés y la agilidad del ritmo. Sin embargo, por la cercanía con la que sientes la irritación, el hastío, el mordaz cinismo y la angustia psicológica del personaje, podría considerarse propio de un género de suspense psicológico.

P. Comiendo sonrisas a solas fue tu primera novela y finalista del premio Planeta, ¿tiene alguna relación con La ordenada vida del doctor Alarcón?
R. Sin duda alguna, si algo caracteriza a cualquiera de las dos novelas, es la profundidad con la que se conoce al personaje. Las sonrisas cómplices y el corazón apretado en un puño por ellos.

P: ¿Cuáles han sido tus influencias, tanto literarias como vitales, para escribir esta novela? Terapeuta ocupacional, jugadora profesional de baloncesto y escritora ¿con solo treinta años?
R. Llevo muchos años con el título de “demasiado joven para”.
Espero que llegue el día en que la cifra numérica deje de ser relevante. Me gusta creer que las ideas son vírgenes al nacer, propias, que van con la persona y que eso hace que te muevas con una curiosidad tuya y de nadie más hacia un ámbito u otro.
El término “influencia” no me gusta demasiado, aunque entiendo su existencia social.
Si permites que las influencias no nieguen tu intuición, aquello que da impulso a tus ideas, te acercaras al lugar que te corresponde y donde pones en práctica tus aptitudes y actitudes.

P: Sin destriparnos la novela ¿Qué podemos esperar de La ordenada vida del doctor Alarcón?
R: Dos sorpresas: la primera al empatizar con una persona tan complicada de personalidad como lo es el doctor Alarcón y la segunda al reconocer que coincidimos con él en muchas de sus
ocurrencias (tal vez en aquellas que no queramos admitir en voz alta) y es posible que esto nos haga sonreír. Puede que reír.
Sensación de protagonismo: sabemos sobre el personaje más que él mismo, no olvidemos que los sospechosos de asesinato nos dan información que él no tiene.
Incógnitas: sufriremos junto al doctor Alarcón, sentiremos su angustia psicológica y querremos advertirle.
Agilidad y ritmo. Si me lo permitís, estrecho mi mano respecto al pacto de ficción.

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