Albert Espinosa: “Es muy importante amar tu propio caos”
Charlamos con Albert Espinosa (Barcelona, 1973) en Bilbo, minutos antes de que comenzara a firmar ejemplares de su cuarta obra, Brújulas que buscan sonrisas perdidas. La larga hilera de personas que llegaba hasta la puerta de la librería confi rmaba el éxito de su propuesta y la fidelidad de los lectores, jóvenes en su mayor parte. El escritor catalán se ha convertido en todo un fenómeno de ventas, aunque antes fue un joven al que el cáncer privó de su juventud.
¿A qué atribuye el éxito de su obra entre este público de todas las edades?
Si supiese por qué funcionan los libros sería genial. Intento escribir libros que, sobre todo, me gusten a mí, pero sí que agradezco mucho este público. A partir de Pulseras rojas aparece un público joven de 9 a 15 años que antes no tenía.
Hábleme de Brújulas que buscan sonrisas perdidas.
Es una historia de segundas oportunidades que tiene mucho que ver con el perdón y también con la verdad, con la sinceridad. Creo que el protagonista intenta a través de las cinco mujeres de su vida encontrar cuál es el camino para volver al mundo. La primera fase del libro es para vivir, hace falta vivir, creo que no deberíamos olvidarlo, y parece que el protagonista lo ha olvidado y tiene que recordarlo. Lo triste no es morir, lo triste es no vivir intensamente. La muerte es uno de los dos motores fundamentales de la obra, siempre presente alrededor del protagonista; el otro sería la búsqueda de la verdad. El protagonista intenta encontrar esa verdad y recordar. Vuelve a sus orígenes, vuelve a mirar a su familia, a su padre, a su madre y a sus hermanos desde los ojos del adulto que ahora es y, sobre todo, intenta y tiene la suerte de conocer a su padre a través de su trabajo.
Habla de segundas oportunidades, pero ¿cuántas veces se puede empezar de cero?
Creo que siempre te puedes reinventar, te puedes reiniciar. Opino que necesitas aprender sobre todo de lo que te pasa. Creo que el dolor es la emoción suprema, de la que más aprendes, pero también hace falta hacer duelos y hace falta no preguntarse muchos porqués, pues llevan a la tristeza, a la depresión. Hay una frase que me gusta, que dice que cuando crees que conoces todas las respuestas llega el Universo y te cambia todas las preguntas, y tienes que empezar de nuevo. Y, sobre todo, debes amar tu propio caos. Esto es muy importante. A la gente que no me entiende le digo que ame mi caos como yo amo su caos. Tenemos que amar lo que somos y lo que tenemos porque, creo que a partir de los 25, ya nadie cambia aunque lo intente. Es mucho más interesante amar las diferencias que todos tenemos.
¿Cuánto hay de usted en el libro?
Hay parte de uno mismo y también de lo que le han contado. En los 21 países a los que fui con Si tu me dices ven… tuve la suerte de que me contaran muchas historias. Yo soy muy pidón, cuando me cuentan una historia que me gusta la pido. Quizá no sean mías, personales, pero sí que hay de gente que he conocido. Las brújulas indican el norte, hacia dónde apuntan las suyas.
Siempre me han gustado los aparatos de medir, desde los que miden el viento al peso, y me parece interesante una brújula que no busque ni el norte ni el sur, sino que busque sonrisas perdidas o besos que no has dado. Creo que es lo interesante, tratar de rescatar aquellas emociones que un día quedaron atascadas, o regalos que quedaron envueltos. Al fin y al cabo es lo que hace el protagonista cuando su madre le da una brújula para que busque sonrisas perdidas.
¿Cómo ha sido el tránsito hacia el éxito?
Son ya muchos años escribiendo, casi veinte años en los que he hecho tele, cine, casi dieciséis obras de teatro… Al fin y al cabo esto es un viaje. Sí que es verdad que ahora, con la compra por parte de Steven Spielberg de los derechos de Pulseras rojas y la venta de millón y medio de ejemplares, notas que la cosa va bien, pero antes para mí también era muy interesante. Tanto en el hospital, cuando perdí la pierna, los pulmones o el hígado, o cuando empecé en el teatro más pequeño de Barcelona, creo que aprendes de todo. Lo interesante no es tanto el éxito comercial sino lo que te produce: la libertad para seguir haciendo mi mundo.
¿En qué punto se encuentra el proyecto de Spielberg con Pulseras rojas?
Estamos como a dos meses de rodar el capítulo piloto. El caso es que en EEUU todo funciona un poco diferente: primero hay que buscar a los anunciantes que compren los anuncios para rodar
después la serie. Martha Kauff man, que está a cargo del proyecto y Spielberg, nos dicen que estas cosas de las televisiones son lentas, pero que va muy bien. Espero estar dentro de dos meses
en Los Angeles y disfrutar con la grabación.
Llama la atención que muchas de las oraciones del libro finalicen con puntos suspensivos. ¿Cuál es su intención?
Opino que tiene mucho que ver con mi madre hospitalaria. Mi madre hospitalaria nos escribía cartas a todos los niños que estábamos allí. Era una mujer que nos cuidaba, de 90 años, y siempre nos escribía notas con puntos suspensivos, yo le preguntaba por qué y ella respondía que los puntos fi nales no sirven para nada y los puntos suspensivos y los aparte incrementan la inteligencia. De alguna manera este libro no deja de ser un homenaje a lo que ella me enseño.
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