Juan Lekue: “Si cierras los ojos, ves Gurs; si los abres, lugares como Lesbos”

Juan Lekue (Arrigorriaga, 1964) sorprendió hace dos años con Solitude, imponente historia de emigración y desarraigo que fue definida como “la cara B de la conquista vasca del Oeste americano”. Ahora llega con una novela igualmente impactante, En tiempo de cartas y púas, ambientada en el campo de internamiento de Gurs, “le camp des basques”.

¿Podría ponernos en situación, por favor?

A finales de enero de 1939, cuando Barcelona cayó en manos de los franquistas, casi medio millón de personas, huyendo de la aniquilación, cruzaron la frontera con Francia. Allí fueron internadas en campos provisionales donde las condiciones de vida eran dantescas. A marchas forzadas construyeron otros, algo mejores, aunque al final, por el hacinamiento y el desinterés de Francia, la situación terminó siendo también inhumana. Uno de aquellos campos fue el de Gurs, en Bearne, llamado “el campo de los vascos” porque allí fueron trasladados 6.000 excombatientes vascos, aunque al final también encerraron a españoles de diversas regiones y a miembros de las Brigadas Internacionales. En total, unos 18.000. Uno de ellos fue Vicente Ibarreche, gudari del batallón Ariztimuño, cuyas cartas, concretamente las que enviaba a su mujer Carmen Axpe, han inspirado esta novela. Junto a Vicente he puesto a un personaje anónimo, uno de los miles de internos en Gurs. Entre ambos recrean aquel mundo rodeado de alambre de espino en el que se vieron obligados a vivir, con sus miserias, sus miedos y pesares, su dolor, su angustia, y también con sus deseos y sus anhelos.

Las cartas de Vicente, las originales, con errores y todo, forman parte de la novela. Son aparentemente convencionales y, sin embargo, están llenas de sentimiento y sobreentendidos.

Las cartas contienen palabras de cariño, de esperanza, de dolor, sobre todo cuando tuvo noticia del fallecimiento de su hijo mayor, que tenía siete años. También, claves y sobreentendidos para poder evitar la implacable censura. Vicente no estaba enfermo y, sin embargo, le pregunta a Carmen a ver qué le han dicho los médicos sobre lo suyo. Carmen le contesta que por ahora no han encontrado remedio. Lo que está preguntando Vicente es si puede regresar con garantías y Carmen le dice que no. Del mismo modo, Vicente informa a Carmen que quizá vaya a Chile, a casa de unos familiares, cuando ella sabe que no tienen familiares allí. Se trata de despistar a quienes vigilan el correo en un intento por proteger a la familia incluso estando lejos de casa, como cuando Vicente le insiste a Carmen en que está muy bien, sabiendo, como sabemos, que las condiciones en Gurs eran deplorables.

Como en el caso de Solitude, la novela está minuciosamente documentada. ¿Cómo ha sido esa labor?

He consultado numerosos libros, sobre todo los de Laharie y Josu Chueca, revisado las fichas de miles de vascos que pasaron por Gurs, recabado algunos testimonios… También he incorporado, cómo no, personajes históricos, entre ellos, Telesforo Monzón, Julio Jáuregui, José Olivares Tellagorri o Jean Ybarnégaray, que se manifestó con inusitada fiereza en contra de los vascos recluidos en Gurs, pero, en general, su presencia no es importante o, mejor dicho, solo lo es a efectos de entender el contexto. La documentación y los personajes históricos están en función de la verosimilitud de la novela.

Y, sin embargo, algunos episodios pueden parecer inverosímiles. Por ejemplo, ¿el Tour pasó realmente por Gurs?

Sí, sí. Los internos esperaron apostados al borde de la alambrada a los ciclistas y a su paso desplegaron una especie de pancarta en la que se podía leer: “Les combattants pour la liberté saluent les forçats de la route”. Pero hay cosas que se cuentan en la novela que pueden parecer más inverosímiles y, sin embargo, sucedieron, como que dos minúsculos pesqueros zarparan de Baiona y se plantaran en Venezuela, o la odisea del vapor Alsina, más conocida pero igualmente espectacular…

O la del Winnipeg, el “poema indeleble” de Neruda.

Efectivamente, aquel barco que fletó Neruda permitió trasladar a Chile a la friolera de 2.000 refugiados.

Puesto que hemos citado a Neruda, es mucha la poesía que encontramos en la novela chapoteando en el barro y la desesperanza de Gurs…

En el texto están presentes Machado, Lorca y Lauaxeta, poetas de la derrota. Sus palabras nos acercan al dolor y, sin embargo, paradójicamente, también nos alejan de la miseria de los internos, carentes de voz. Otro poeta presente es el navarro Manuel García Sesma, que estuvo en el campo y escribió la letra del Pasodoble de Gurs, a la que puso música otro interno, Regino Sorozabal, hermano del también compositor Pablo Sorozabal.

Por cierto que, como en Solitude, la música tiene un importante papel en esta novela.

En aquel caso fue Ravel y, en este, son Bach y Chopin.

¿Cuándo dejó de ser Gurs “le camp des basques”?

A principios de 1940, coincidiendo con el inicio de la II Guerra Mundial y la derrota francesa, salieron de allí a las Compañías de Trabajadores, a los Batallones de Marcha, a América… Pero la historia de Gurs, lamentablemente, no acabó con ellos. Ya a mediados de 1940 se empezó a llenar de personas que el gobierno de Vichy denominó “indeseables”, es decir, anarquistas, comunistas, gitanos, homosexuales, apátridas… Luego pasó a ser un campo de concentración para judíos, 4.000 de los cuales fueron deportados a Auschwitz. Tras el final de la II Guerra Mundial, permaneció un tiempo breve como lugar de reclusión de colaboracionistas y soldados alemanes, hasta 1946. Después, durante años trató de ocultase su mera existencia. Hoy es un lugar de memoria.

¿Necesitamos hacer memoria?

Sin duda. En tiempo de cartas y púas no es más que una humilde novela y no es mi intención pontificar, pero no es sencillo explicar cómo Europa, que ha sido protagonista de migraciones en busca de una vida mejor hasta anteayer, no es capaz de afrontar de otra manera la llegada hoy a sus fronteras de personas que buscan un futuro. ¿Qué ha cambiado en todos estos años? Si cierras los ojos, ves Gurs; si los abres, lugares como Lesbos, igualmente cercados por alambradas y comidos por la miseria.

Share this Post: Facebook Twitter Pinterest Google Plus StumbleUpon Reddit RSS Email

Noticias Relacionadas

Deja tu Comentario