José Félix Azurmendi: “Sorprende que siendo tan pocos llegaran a tantos sitios y se metieran en tantos fregados”
Vascos en la Guerra Fría, ¿víctimas o cómplices? es la nueva obra del periodista José Félix Azurmendi (Editorial Ttarttalo). El autor revisa la relación que José Antonio Aguirre y el servicio secreto vasco establecieron con el espionaje occidental, principalmente estadounidense, entre 1941 y la muerte del lehendakari, en 1960.
¿Qué novedades aporta el libro a lo ya publicado sobre el tema?
La hipótesis de trabajo arranca con las palabras de José María Gamboa, un hombre del exilio, que afirma que los vascos no fuimos traicionados por los Aliados, en especial por los norteamericanos, porque nunca nos prometieron nada y, además, porque nuestra colaboración con ellos era obligada porque defendíamos la misma causa, la de la libertad. Parecía establecido que, de alguna manera, se justificaba todo aquel desastre del proyecto del Gobierno Vasco en el exilio, sobre todo de José Antonio Aguirre, en que los americanos no habían cumplido su palabra de que, una vez vencido el demonio nazi-fascista, derrocarían a Franco.
¿Qué le hace pensar la entrada casi clandestina de José Antonio Aguirre en EEUU?
Me parece muy significativo que entre como un delincuente. Ya desde antes de entrar en EEUU Aguirre debía estar advertido de que el Departamento de Estado lo recibía de ‘‘aquella manera’’, es decir, con limitaciones. Le obligan a bajarse del barco en el que viaja con su familia, que continúa viaje hasta Nueva York, y a entrar discretísimamente por vía férrea en Nueva York para evitar el recibimiento que se estaba preparando.
¿Cuál es la razón de semejante trato?
El Departamento de Estado esgrime que se preveía la posible presencia de elementos indeseables y que había que evitarlo. En esta primera etapa en EEUU a Aguirre le dan, después de entrar de semejante manera, el estatus de profesor invitado de la Universidad de Columbia. Entra en esas condiciones y no como representante de una administración extranjera y, ni mucho menos, como presidente del Gobierno Vasco.
Poco después comienza la colaboración con EEUU.
Cuando EEUU entra en guerra Aguirre se pone en contacto con los servicios de espionaje y les ofrece la red que ya se ha empezado a tejer en América Latina, sobre todo en el Cono Sur, con los nuevos vascos que han llegado exiliados. El proyecto es interesante para EEUU porque el Eje está aprovechándose de los españoles falangistas y fascistas para hacer que los países neutrales de América Latina vean con simpatía la causa del Eje y no la de los norteamericanos. Aguirre y su gente empiezan primero a perseguir a los miembros del Eje pero muy pronto también empiezan a informar de los movimientos de los comunistas del exilio.
¿En esta relación de personajes quién es el que más le llama la atención?
El gran líder, para bien y para mal, porque la estrategia final fracasa, es José Antonio Aguirre. Creo que este libro también es la biografía de Aguirre, con todos sus aciertos y desaciertos. Otro de los puntos sorprendentes es que siendo tan pocos llegaran a tantos sitios y se metieran en tantos fregados. . En este sentido, entre los espías más importantes que Aguirre manda tras el Telón de Acero está Pello Mari Irujo, un personaje que creo que merece un libro.
Lo que comenzó como colaboración contra el fascismo finaliza de manera muy diferente.
La lucha contra el fascismo es la que normalmente se reconoce, la otra no. Entonces, una de las preguntas que me hago como conclusión es: ¿por qué esta gente, como Antón Irala, entusiasta de la causa norteamericana, sienten como un reproche que se les recuerde que trabajaron para la CIA?
¿Víctimas o cómplices, cual es su conclusión?
Creo que las dos cosas, son víctimas y cómplices. Son víctimas porque los maltratan, los utilizan, y también cómplices porque alguna responsabilidad hay que atribuirles a ellos. Me resulta llamativo que en 1945, cuando está terminando la II Guerra Mundial, Manu Robles Arangiz advierta del peligro de caer en el mesianismo –José Antonio Aguirre se ha convertido en un mesías–, y que señale que ¨si lo que va a venir es lo que nos tememos no mereció la pena haber sacrificado tantas vidas¨. Eso sucede cuando Aguirre está viajando a París en un avión americano a proponer a los servicios vascos entrar en la lucha contra los comunistas, cuando en Europa todavía gozan del prestigio ganado en la guerra.