Mikel Santiago: “Si consigues escribir algo que se relee, has triunfado como escritor”

Una noche puede cambiar muchas vidas. Esta realidad es el punto de partida de la última novela de Mikel Santiago (Portugalete, 1975). Una historia tejida a partir de la desaparición de una joven, en la que conviven las emociones humanas más poderosas y elementales.

En la pequeña localidad vasca de Illumbe se dan cita la nostalgia, los prejuicios, el reencuentro y los silencios. Se trata de En plena noche, secuela de El Mentiroso. Un thriller con todas sus letras.

Vuelve a Illumbe, y a la década de los 90. ¿Cuánto hay de nostalgia en En Plena Noche?

Mucha. En plena noche nos habla de un misterio que comenzó el 16 de octubre de 1999, la noche de un concierto, y que ha estado veinte años esperando a ser resuelto. Y, por fin, en 2020, alguien da con la clave para hacerlo. Toda la novela es un viaje continuo a esa década de los 90, a la juventud perdida de un grupo de personajes, amigos, enemigos, que el destino ha querido volver a reunir en torno a ese viejo caso de desaparición. Hay canciones, objetos, e historias de los años 90, hay viejos secretos que han permanecido ocultos, confesiones e incluso declaraciones de amor que llevan esperando demasiado tiempo a ser reveladas.

La música, el rock and roll, es otro componente importante. ¿Hasta qué punto contiene la historia hitos de su propia biografía?

Esta es, quizá, mi novela más personal. Yo pasé mi juventud metido en bandas de rock, locales de ensayos, conciertos y estudios de grabación, y llevaba mucho tiempo queriendo escribir una novela que tuviera un grupo de rock como protagonista principal. La historia de los Deabruak que rompen una noche por la oferta de un productor musical, los problemas en el seno del grupo, incluyendo las tiranteces debido a los celos, son temas que conozco de muy primera mano. Deabruak nunca existió, pero podría ser como una reconstrucción de varias bandas por las que he pasado. Aunque desde luego, a mí nunca me fue tan bien como al protagonista, Diego Letamendia.

¿Encuentra la inspiración en personajes, lugares reales?

Tanto En Plena Noche como El Mentiroso están ambientados en Illumbe, un pueblito ficticio de la costa vasca. Este pueblo y sus alrededores son una reconstrucción de varios escenarios reales de la costa y el interior de Bizkaia que los lectores van a reconocer claramente. Solo que, al servicio de la historia, funcionan mejor convertidos en un collage. En cuanto a los personajes, mi idea es la de crear un universo de personajes que aparecen y reaparecen constantemente por el pueblo (como ocurre en la vida real)  novela tras novela. Uno de ellos, por ejemplo, el famoso y polémico escritor Felix Arkarazo, es el culpable de amargarle la existencia a la gente de Illumbe. Bueno, creo que este personaje expresa muy bien lo que es un escritor. Vivimos con los ojos y los oídos bien abiertos y lo apuntamos todo. Así que ojo con nosotros.

Otro thriller. ¿Cómo llegó a este género y por qué optó por quedarse en él?

Llegué al thriller de forma natural. Es lo primero que escribí y que me apetecía escribir, aunque no era exactamente lo que leía. Empecé con mi blog de relatos, allá por el 2005 escribiendo cuentos de fantasía y terror para un pequeño grupo de catorce lectores. Hoy por hoy son unos cuantos más, pero la lógica es la misma. Yo me divierto escribiendo, y eso normalmente produce que el lector se divierta leyendo.

¿Qué debe tener un thriller para ser memorable?

Hay thrillers buenos, bien construidos, con giros muy inteligentes que me divierten y me sorprenden…También hay thrillers que saben generar emociones profundas de desasosiego, ansiedad, miedo… y las disfruto, pero “memorable” es una etiqueta que solo reservo para esos thrillers que, además, tienen un personaje tan bueno que se devora el libro. Eso es, al menos, lo que yo intento con mis historias. Que un personaje te enamore, que, como lectora, te dé pena despedirte de él y que vuelvas a releerla pasado un año. Eso, la relectura, es la prueba final de cualquier novela. Si consigues escribir algo que se relee, has triunfado como escritor.

Su escritura galopa, al igual que galopa, pienso, la lectura de quienes recorren las páginas de sus libros. ¿Es eso lo que quiere conseguir? ¿La irreprimible adicción de no poder parar de leer hasta saber lo que pasa?

Para mí la clave está en divertirse uno para divertir al resto. Escribir una novela lleva meses y el escritor es el primero que debe de estar motivado con su historia. ¿Te sorprende? ¿te gusta? ¿tienes ganas de escribir más? Entonces es que la historia está funcionando y posiblemente funcionará en el lector.  Por eso intento dejarme “sorpresas” a mí mismo y no cerrar la trama de una forma demasiado estricta. Me permito el lujo de hacer giros, algunas veces casi son “derrapes”, en mitad de la historia. Que los personajes salgan por peteneras, que me sorprendan, tanto, que a veces tengo que meditar profundamente si me dejo llevar por lo que la historia me está sugiriendo o me ajusto a mis planes (casi siempre gana lo primero). Y eso hace que el libro me siga “apeteciendo” a mí mismo,

Sobre el estilo adictivo, lo cierto es que me lo han preguntado mucho. Cuáles son las claves…. En realidad, no tiene nada que ver con un objetivo concreto. Mi texto sale así, natural, como un chorro, y lo único que hago es dejar que fluya. Es un estado mental en el que tecleas casi sin darte cuenta. Por supuesto, después hay que reescribir y podar mucho, pero el material de fondo es esa cantidad de texto nacido de una escritura libre en la que hago pruebas, dialogo — sin una dirección concreta muchas veces— y me dejo llevar. Para mí, lo difícil viene después: editar todo eso para que funcione con cierto ritmo.

¿Cuál es su mayor satisfacción en el proceso de escribir un libro, desde la idea inicial hasta enviar la historia a imprenta?, ¿cómo vive el proceso? 

El momento más excitante siempre es el principio. Cuando te viene a la mente ese “chispazo”, una escena, o un objeto, o un personaje y piensas: ¿podría escribir algo con eso? Creo que todo el sacrificio y el trabajo duro de ser novelista se recompensa por ese momento de ilusión, de absoluta magia, que ocurre cuando comienzas a tejer una historia. Es como un romance que empieza, o un viaje en el que te acabas de embarcar. Es algo ilusionante, lleno de energía,  que te pone de buen humor, casi eufórico. Después llegarán los dolores de cabeza, las decisiones difíciles… la estructura con la que debes delimitar, recortar y empaquetar la historia.  Poner el punto final también es un momento climático. Darte cuenta de que has terminado. De que has vuelto a superar el desafío y de que has aterrizado ese avión sin estrellarte. Lo suelo celebrar el tiempo justo para tomar un café en el aeropuerto y pensar en mi siguiente viaje…

¿A quién lee Mikel Santiago?

Soy un lector empedernido pero no demasiado “concreto”.  Me atraen muchos tipos de libros. Lo último que he leído, por orden, ha sido la saga Locke & Key de Joe Hill, La hora de las gaviotas de Ibon Martin, Aquitania de Eva Garcia Sáenz de Urturi, La piel fría de Albert Sanchez Piñol, El infinito en un junco de Irene Vallejo y ahora mismo estoy con La Segunda Guerra Mundial, de Winston Churchill.

Y, ¿cuándo y cómo escribe?

Esa es fácil. Por la mañana, con unos cascos anti-ruido muy llamativos y una buena dosis de café. Tres horas de trabajo o dos mil palabras, lo primero que pase (o lo que pida el día)

¿Tiene algo entre manos?

Claro.  Estoy escribiendo una serie para StoryTel y esbozando lo que sería la siguiente novela de Illumbe. Además, realizando algunos conceptos para las adaptaciones de mis novelas al cine.

 

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