Lorenzo Silva: “La novela negra desvela los escombros sobre los que edificamos algunas cosas importantes”

Lorenzo SilvaLos cuerpos extrañosLorenzo Silva (Madrid, 1966) vuelve con Los cuerpos extraños, la octava entrega de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.  Una novela negra que, siguiendo la tónica habitual de la saga, destila denuncias a la injusticia social y muestra el lado más humano de un cuerpo policial poco asiduo de las creaciones literarias. “El alquimista impaciente”, segundo libro de la serie, se llevó el Premio Nadal en 2000. La marca del meridiano, séptimo de la colección, el Planeta en 2012.

Regresa con una novela negra en toda regla que se lee muy a gusto y del tirón. Varios estudios corroboran que el género está en auge. ¿Diría que la complejidad de los tiempos que vivimos ayuda a este esplendor?

Me he preguntado a menudo por las razones del éxito que conoce en este arranque del siglo XXI un género que en 1995, cuando escribí la primera novela de la saga y la envié a varias editoriales, me decían que no interesaba en España. Hay varias teorías y posiblemente todas ellas tengan algo de razón. Lo que yo prefiero creer es que el género negro está acertando a hacer el retrato completo de una sociedad compleja, sí, pero también contradictoria y en muchos aspectos fallida, que acaso no se está haciendo en otro tipo de relato literario. La novela negra ha sabido desvelar los escombros sobre los que edificamos algunas cosas importantes.

Esta vez toca investigar el crimen de un alcaldesa en una pequeña localidad levantina. Argumento que le ha servido para verter firmes críticas contra la especulación inmobiliaria o la corrupción entre cargos públicos. ¿Considera la literatura una plataforma eficaz para mostrar la realidad en su crudeza? ¿Medio para rebelarse contra ella? ¿Ambas cosas?

La literatura es memoria e invención. La memoria se alimenta de esos apuntes del natural, que a mí como escritor, y con la libertad que permite o acaso exige la ficción, me resultan insoslayables, y más en tiempos apasionantes y extraños como los que vivimos. Y la invención opera, entre otras cosas, proponiendo una visión alternativa de esa realidad dada e insatisfactoria. A veces mis personajes son quijotescos, de forma completamente deliberada y hasta vehemente. Como decía Raymond Chandler, por estas calles ruines debe caminar alguien que no sea ruin.

¿Dónde cree reside la responsabilidad del escritor?

Ante todo, en el compromiso con la escritura y en la honestidad frente al lector. Nunca dar gato por liebre, nunca tirar de lo fácil o consabido, nunca caer en ese tipo de soluciones de rédito inmediato. Escribir es un empeño a largo plazo. Hay que tener siempre en mente el libro grande que compondrá la suma de todos los libros de uno cuando uno ya no esté, y cómo y en qué medida habrá nutrido la conciencia ajena. La realidad, eso sí, la cambiamos (o no) entre todos, con la conciencia que entre todos acertemos a construir. El del escritor es un aporte más.

Cuida mucho el mostrar el bagaje personal de los protagonistas, Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro. Un psicólogo que terminó opositando para guardia civil y su fiel compañera, una mujer a la que los desengaños de su vida particular le piden volcarse en el trabajo. En alguna ocasión usted mismo ha mencionado que se trata de “personajes que no terminan de pertenecer del todo”. ¿Qué le ha impulsado a crear estos perfiles?

Mi desinterés general hacia los personajes encantados de haberse conocido, imbuidos de su carácter y condición, esos que lo tienen todo claro y con los que se busca apabullarnos, me da igual si tirando de heroísmo, de astucia o de crueldad. Son dos currantes que hacen lo que pueden, con una vida que no es la que ninguno había planeado para sí pero en la que intentan ser decentes y útiles a los demás, además de estar lo más posible en paz consigo mismos.

Y, ha honrado a trabajadores de la Guardia Civil con el grado de personajes literarios, algo que no se había hecho antes. ¿Cómo llegó a buscar la inspiración en esta institución?

Siguiendo mi técnica habitual, que es buscar en lo que me rodea historias y personajes a los que siento que no se ha prestado la suficiente atención, que son mal conocidos y que han sido deficientemente contados. Es sorprendente la cantidad de ellos que hay. Los guardias civiles, eso sí, eran un caso bastante clamoroso: más de siglo y medio investigando crímenes y ni una novela policiaca con ellos como protagonistas. Oportunidades así son las que le alegran el día a un  escritor. En cuanto la detecté, me tiré de cabeza.

En “Los cuerpos extraños”, como en los otros siete libros que hasta ahora componen la serie, describe muy bien los entresijos de la vida diaria y el trabajo de la Guardia Civil. ¿Fue muy laborioso el trabajo de documentación? ¿Cómo lo hizo?

Llevo casi veinte años haciéndolo, a estas alturas tiene muy poco mérito, sobre todo por los muchos amigos que en este tiempo he ido haciendo entre los hombres y mujeres de verde. A veces me lo ponen casi demasiado fácil, aunque siempre hay que saber escuchar y qué preguntas hacer y a quién, lo que también tiene su arte.

A lo largo de la novela, y la mayoría de las veces en boca de “Vila”, hace referencia a libros, piezas musicales, películas e incluso series, como la ya conocida “The Wire”. Lo cierto es que estas menciones logran que el lector simpatice con el protagonista y lo considere más cercano. ¿Es ese el objetivo que persigue?

Bevilacqua es un español de su generación, la primera que pudo ir más o menos masivamente a la universidad, y en la que puede hallarse un número razonable de personas que buscan y hallan en la cultura, y en sus dignos placeres de los que hablaba Epicuro, algún consuelo frente a tanta sinrazón y desfachatez como nos rodea. Sus abuelos, mis abuelos, no tuvieron esa oportunidad, incluso muchos eran analfabetos. Con él trato de celebrar la normalidad que hoy tiene la cultura en España, donde salvo excepciones muy extremas (bibliotecas o bibliobuses hay en todas partes) sólo quien la ignora adrede se la pierde. Y sí, aspiro a que el lector lo vea como a un semejante, aunque se dedique a investigar homicidios.

 A lo largo de su carrera como escritor, ha alternado la novela negra con otros géneros. No le voy a pedir que me diga cuál prefiere, pero sí que me cuente cuáles son las “ventajas” o los “entretenimientos” de escribir sobre asesinatos, policías e investigaciones.

Como decía también Chandler, desde que uno pone un muerto encima de la mesa, ya nadie te puede decir que en tu libro no pasa nada. Luego eso hay que saberlo manejar, pero de entrada el interés del lector se capta. Igual ocurre con unos personajes ya conocidos y apreciados. El desafío, la dificultad, es mantener viva la serie sin caer en el tic, y hacer evolucionar a los personajes sin traicionarlos. Una labor más ardua y delicada de lo que puede parecer a primera vista.

 ¿Nos puede adelantar si la serie tendrá continuidad?

Por mi parte, hasta que el cuerpo y las ideas aguanten. Y a Bevilacqua, que está a punto de cumplir 51, le quedan 14 años de servicio, con la ley actual. Y aún entonces a Chamorro le quedará una década de actividad. Más allá, quién sabe.

 

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