Entre nieves y termas

“Salutem per aquam”, que dirían los romanos. Salud a través del agua ya sea en estado líquido o sólido. Ésta es mi elección para los largos y fríos días invernales. Combinar el descanso en un balneario tras un trepidante descenso de esquí. Dejarme seducir por las montañas pirenaicas y las aguas medicinales que fluyen por esta cordillera en cinco viajes inolvidables para afrontar esta gélida estación.

Emprendo mi aventura en el nuevo balneario de Panticosa, un confortable cinco estrellas, en la comarca del Alto Gállego, al norte de la provincia de Huesca. Un lugar fuera de lo común, un pequeño oasis en un rincón blanco que, por el hallazgo de unas monedas romanas de Augusto y Tiberio en las inmediaciones del manantial de Tiberio, evidencia la presencia romana en este enclave y el uso consciente de las aguas termales desde esa época.En la primera mitad del siglo XX, el balneario se convirtió en el centro termal por excelencia para amplios sectores de las elites europeas y a día de hoy, es un lujoso hotel al alcance del bolsillo de los más exquisitos. Junto a las termas, las estaciones de esquí de Formigal y Panticosa se deslizan por más de 170 kilómetros de pistas, con un servicio inmejorable: guardería para niños, tiendas, restaurantes, asistencia sanitaria… a lo que hay que sumar una de las mejores vistas de todo el Pirineo.

Mi siguiente destino está entre laderas cubiertas de nieve virgen y turgentes aguas termales. Son la estación de Boí Taüll y el balneario de Caldes de Boí situadas en el valle homónimo, junto al parque nacional de Aigüestortes. Hay constancia histórica de que sus manantiales se usaron de forma terapéutica desde el siglo I y II por los romanos y que posteriormente, en la Edad Media, se relacionó su efecto curativo con milagros sanadores. De alguna de sus fuentes emana una agua sulfurada e hipertermal a 50ºC y de otras, azufre, cinc y sílice, aunque su mayor deleite está en observar desde sus piscinas uno de los pocos valles leridanos protegidos de la masificación turística y que aún conserva ese aire rural que tanto gusta a los que buscamos la naturaleza en estado puro.

En mi tercer destino me relajo en las termas Baronia en Les. Es una localidad situada en el corazón de Val d’Aran, en el Pirineo leridano, con unos manantiales utilizados por el general romano Cneo Pompeyo. Se sabe de su visita gracias al hallazgo de inscripciones votivas encontradas en la zona. En ellas se daban las gracias a las ninfas y a la Diosa Lex por la curación obtenida. Actualmente combina los tratamientos acuáticos con los de caviar, al encontrarse muy cerca de una de las pocas piscifactorías de esturiones de la Península. Pero, su mejor compañera es, sin lugar a dudas, la estación de Baqueira-Beret, considerada una de las mayores estaciones de toda la geografía peninsular, con 120 km de pistas y casi dos hectáreas esquiables.

Doy un pequeño salto para entrar en Andorra. En el municipio de Escaldes, el complejo acuático de Caldea propone una experiencia futurista con aguas mineromedicinales. Lo han llamado termoludismo, un deslumbrante edificio en el que colisionan el hielo y los vapores en forma de chorros calientes y cascadas heladas; grutas, geiseres y saunas; baños de vapor y hammam… toda una invitación a entrar y conocer otra dimensión del termalismo. Su propuesta: diversión, equilibrio emocional y salud. Mientras tanto, a pocos minutos de allí, se extienden las cuatro ofertas esquiables del País de los Pirineos: Pas de la Casa-Grau Roig, Soldeu El Tarter, Pal Arinsal y Ordino Arcalis.

Y por último, descansamos en el hotel Baño de Benasque. Situado al abrigo del Aneto y a 10 km del pueblo oscense de Benasque, que da nombre al valle, ofrece, en pleno invierno, un sinfín de aguas sulfurosas, bicarbonatadas y sódicas a 37º. Y, a poco más de veinte minutos en coche, se extiende una de las estaciones construidas a mayor altitud de toda la cordillera, la de Cerler, con una cota máxima de 2.630 metros.

En definitiva, uno de los mejores placeres para el cuerpo y la mejor terapia para el alma. Sumergirme en las aguas termales de las montañas más bellas del territorio y sentir su libertad con unos esquís bajo los pies se ha convertido en una de esas experiencias místicas difíciles de superar. 

(Publicado en la revista elkar en el invierno de 2011)

____
Autora: Laura Ojea, periodista especializada en temas medioambientales. Ha trabajado para el departamento de comunicación de Greenpeace. Actualmente tiene su propia empresa y colabora con revistas, medios online y agencias de comunicación.

Partekatu albiste hau: Facebook Twitter Pinterest Google Plus StumbleUpon Reddit RSS Email

Erlazionatutako Albisteak

Utzi zure Iruzkina