RONCESVALLES – ORREAGA – Historia, arte y excursiones

Nos situamos a casi mil metros de altura, en las inmediaciones de uno de los rincones más sugestivos de todo el Pirineo. En la cabecera del valle de Orreaga y abrigada por los bosques de los fríos vientos del norte que atraviesan la cordillera, nos recibe la colegiata de Roncesvalles. El paso del hombre y el devenir de la historia han ido cincelando su huella indeleble sobre los muros de este magnífico conjunto histórico-monumental que comenzó a cuajarse en la primera mitad del siglo XII, y que, a pesar de las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo de los tiempos, ha conseguido perdurar hasta nuestros días.

Pero la biografía de estas tierras de paso empezó a escribirse miles de años atrás, cuando los primeros pastores del Pirineo comenzaron a subir sus ganados para que medraran durante el verano aprovechando los nutritivos pastos de altura. Así arrancaba una historia de humanos y de montañas, de civilizaciones que encontraron en estas imponentes lomadas el lugar idóneo para vencer a la infranqueable cordillera.

Desde que tenemos memoria histórica, estas rutas ancestrales han facilitado la circulación de diferentes civilizaciones, alentadas por el paso marcial de sus ejércitos; arrogantes y orgullosos en sus ansias de conquista o abatidos y desordenados tras la humillante derrota. Como ellos, miríadas de peregrinos, comerciantes, arrieros, huidos y refugiados han aprovechado la dulzura de estos puertos de montaña para enlazar ambas vertientes del Pirineo.
Pero Orreaga-Roncesvalles no es tan solo un lugar de paso. La Colegiata de Santa María, antiguo hospital de peregrinos y cobijo de profundas reminiscencias históricas y legendarias, es uno de los lugares más emblemáticos del occidente europeo. Aquí se entrelazan armoniosamente dos hechos históricos de enorme relevancia en la Edad Media: La derrota del ejercito de Carlomagno y la peregrinación a la tumba del apóstol Santiago.

El 15 de Agosto del año 778, el entorno de Orreaga fue testigo de la llamada batalla de Roncesvalles, cuando la retaguardia del poderoso ejército de Carlomagno sufrió una dolorosa derrota en el camino de regreso de la fracasada conquista de Zaragoza y tras el posterior saqueo de Iruñea / Pamplona. Las crónicas carolingias cuentan que desde las cimas de las montañas los vascones atacaron a los francos lanzando piedras y flechas. En la emboscada fue abatido el duque Hrudland, prefecto de la marca Bretaña, junto a lo más granado de la caballería real. Nace así
la leyenda que unirá para siempre el nombre de Roncesvalles con la figura del mítico Roldán.

Pero el hito fundamental en la historia de Orreaga-Roncesvalles tendría lugar pocos años después de la batalla, con el “descubrimiento” de la tumba del apóstol Santiago en Compostela. La difusión del culto a las reliquias del Santo, atrajeron riadas de devotos hacia la Península. A la vera del Camino comenzaron a fundarse los primeros hospitales y monasterios donde se daba atención y refugio a los caminantes. Se había sembrado el germen que daría origen a la fundación de la Colegiata y del hospital de peregrinos de Roncesvalles.

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