Toti Martinez de Lezea: “Encuentro en la narrativa un placer inmenso que viene a redondear el placer que siento al leer”



Toti Martínez de Lezea publicará en otoño Mareas, un libro de relatos que entrelaza historias protagonizadas por mujeres de la costa vasca de diferentes épocas. La mayoría de los relatos parten de un dato, anécdota o hecho real que la escritora recoge y convierte en historias de ficción.

El nuevo libro se publicará simultáneamente en castellano y euskera, en el sello Ttarttalo.

 

El próximo otoño tienes previsto publicar Mareas, un libro de relatos que enlaza vidas de mujeres en la costa vasca a lo largo de diferentes épocas. Háblanos de Mareas.
Intenta ser una visión de las mujeres vascas de la costa, tan ignoradas y, al mismo tiempo, tan presentes a lo largo de la Historia de nuestro pueblo. Hemos oído o leído acerca de nuestros pescadores, balleneros, aventureros, comerciantes, indianos; de los vikingos que llegaron a nuestras costas, de los jauntxos y sus luchas de bandos… pero casi nada de las mujeres que tuvieron que soportar los ataques de los piratas y las guerras; que se vieron obligadas a buscar el sustento para sus hijos mientras los maridos se hallaban ausentes. La idea es recuperar una memoria en la que ellas son las protagonistas.

Diríase que el mismo título Mareas, guarda todo un mensaje más allá del significado literal de la palabra.
Bueno, es que todas las historias tienen un nexo común: el mar, o la mar como la llaman. El carácter general de los habitantes de la costa es algo diferente al de las gentes del interior porque sus circunstancias lo han sido a lo largo de generaciones. De todos modos, en este libro también hay relatos de baserritarras, de gentes de pueblo, que poco o nada tienen que ver con el mar si no es el mismo paisaje y el aire con sabor a salitre.

¿Se puede decir que este libro supone un giro en tu trayectoria literaria? ¿Un nuevo desafío?
No del todo. Hace tres años escribí también un libro de relatos con Ángeles de Irisarri, titulado ‘Judías, moras y cristianas’ en el que cada una por su cuenta escribió quince relatos situados entre los siglos VIII y XV. Fue una buena experiencia porque era la primera vez que me metía en la narración corta, ¡aunque había olvidado el trabajo que supone crear tantas historias diferentes!

Miles de lectores se acercan a tus libros porque combinas con maestría ficción y un acercamiento, muy libre y personal, a la historia, a nuestra historia. Lectores que de otra forma nunca se acercarían a la Historia con mayúscula lo hacen a través de la literatura. ¿Supone esto una gran responsabilidad a la hora de escribir?
Siempre digo que escribo novelas, no Historia. Si alguien desea informarse bien, bien sobre un tema, debe acudir a las fuentes y por esa razón suelo poner una bibliografía al final de mis novelas, aunque no siempre. No obstante, intento ser veraz con la parte histórica que es el escenario, el paisaje, en el que se desarrolla mi narración ficticia y que no debe crujir. Que conste que disfruto mucho buscando una información que me permite aprender Historia ya que, de otra manera, no creo que leyera los tochos que leo.

Mareas recopila una treintena de relatos, que parten en la mayoría de los casos de un hecho cierto: una anécdota, un suceso histórico, un dato concreto… Un libro que esconde detrás mucho trabajo de documentación.
¡De mucha lectura! Porque son una especie de mini-novelas que es preciso situar en una época y en lugar determinados y hay que documentarse para evitar meter la pata en lo posible. Y también hay que visitar los lugares para poder describirlos. Por otra parte, existen localidades sobre las cuales apenas hay documentación histórica, así que no puedo partir de un hecho concreto. Sin embargo, mujeres viudas, violadas, comerciantes, prostitutas, sardineras, niñas, jóvenes, parturientas, etc. las ha habido siempre naturalmente y algo sé después de toda una vida leyendo sobre nuestro pueblo y nuestras gentes.

El libro ha llevado a zambullirse en la costa vasca a una gasteiztarra como tú, en un recorrido que abarca desde Bizkaia hasta Lapurdi, ¿por qué la costa?
Porque Ttarttalo me propuso escribir un ensayo sobre la mujer vasca en la costa, pero ése es trabajo de investigadores e historiadores, no de novelistas, que es lo que yo soy. Sin embargo, también se puede contar su historia, al menos de forma novelada, y acercar a los lectores a unas localidades y a unas gentes que, a fin de cuentas, han sido y son una parte muy importante de nuestro pueblo.

¿Puede tener continuación?
No lo sé. Las cosas salen a veces por azar. La mujer está “desaparecida”, tanto en la costa como en el interior, y lo que hay ya está publicado. Los libros de José Antonio Azpiazu, por ejemplo, me han sido de mucha utilidad porque es literalmente hablando un ratón de biblioteca fenomenal, sobre todo su “Mujer vasca, sumisión y poder” es genial. ¡Todo sea que ahora me pidan un libro sobre las mujeres de la montaña, o de la llanada! Ya veremos.

Mareas va a ser el único libro que publicarás este año para adultos. Eso no significa que hayas descuidado a tus pequeños lectores, que volverán a degustar nuevas aventuras de Nur. ¿Qué ha supuesto para ti la incursión en la literatura infantil?
Una verdadera delicia. Lo que comenzó siendo un juego entre mi nieta y yo se ha convertido en una fuente de placer cada vez que se me acercan los niños con los libros para que se los firme; o cuando vienen familias enteras a Larrabetzu, a conocer el pueblo de Nur; o cuando se me quedan mirando y dicen “Jo! Benetazkoa da!” Nuestra niña ha crecido y empieza a pasar de los cuentos de la abuela, pero todavía escribiré algunos más, aunque ya estoy pensando en algo para los de 12 en adelante…

Han transcurrido una docena de años desde que publicaste tu primer libro La calle de la judería, también con la editorial Ttarttalo. Un período prolífico literariamente –una treintena de exitosos títulos–, que se ha visto recompensado con miles de lectores de todas las edades. ¿Cuándo haces balance de todos estos años, qué te dices a ti misma?
¡Que vaya suerte que he tenido! Porque ya sabes que empecé en esto de la escritura con cerca de cincuenta años y, desde luego, no pensaba que nadie me iba a editar. También es verdad que para cuando presenté ‘La calle de la Judería’ a Ttarttalo, ya tenía escritas otras dos novelas porque encontré en la narrativa un placer inmenso que venía a redondear el placer que sentía, y siento, al leer. Aun así, la decisión la tienen los lectores y la aceptación de aquella primera novela me animó a seguir con un hobby que se convirtió en oficio y en el cual, por cierto, me siento como pez en el agua, ¡nunca mejor dicho!

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