Historias de San Mamés
Historias de San Mamés es un libro de testimonios que concentra en sus páginas el legado sentimental de La Catedral. Recopila más de un centenar de sucesos ocurridos y vividos en el viejo y ya desaparecido San Mamés de boca de sus protagonistas. A partir de estas historias se pueden evocar todas las demás, todas las posibles.
JOSÉ ÁNGEL IRIBAR
El jugador con más partidos en el Athletic (614) y el más legendario.
San Mamés me llegó de golpe, sin entrenamiento ni en la grada ni en el campo. Yo había mamado al Athletic en la cocina de mi casa, en Zarautz, donde el Athletic era el equipo de referencia. Entonces, la Real se sentía más como un equipo de Donostia y mis padres y mis tíos eran rojiblancos. Pero no había pisado jamás el campo porque entonces se viajaba menos, te movías menos de tu lugar de residencia. Así que cuando llegué fue para jugar estando en el Baskonia y para enfrentarnos al Indautxu.
VICENTE DEL BOSQUE
Seleccionador español, campeón del mundo y admirador del Athletic aunque perdiera la final de 1973 con el Castellón ante los rojiblancos.
Hay un momento que se me quedó grabado y explica por qué San Mamés era un campo tan especial más allá de la tribuna abarrotada y las vallas tipo inglés. Fue en 1996. Yo había sucedido a Valdano como entrenador del Real Madrid. Jugábamos en San Mamés, contra el Athletic dirigido por Stepanovic, que estaba pasando una mala temporada. (…) Ganamos 0-5 con el consiguiente malhumor en la grada, como es lógico. Cuando decidí cambiar a Laudrup, que había hecho un gran partido y dos de los cinco goles, el público puesto en pie le dedicó una gran ovación, Aquel día me di cuenta de que aquel niño de Salamanca no solo se había enamorado de un equipo que jugaba bien y que solía ganar a menudo, sino de un equipo que además sabía perder. Y me dije: fue una gran decisión.
ANTONIO FRAGUAS FORGES
Su arte, las viñetas; una de sus pasiones, el Athletic.
(…) En 2010, el afamado evento, ya de fama internacional La Risa de Bilbao me organizó un inmerecido homenaje (…) y una sorpresa: sin anunciármelo se presentaron Iribar y Argoitia (…) me entregaron el león de bronce del Athletic y, ¡tachán! grandioso honor, me llevaron a la tribuna de San Mamés, donde, convenientemente encorbatado y entre ellos, vi cómo perdíamos por 0-3 contra el Barcelona. Y claro, aplaudimos todos al Barça, porque realmente, había jugado mejor que nosotros. Ese espíritu de aplaudir el buen fútbol lo haga quién lo haga no podemos dejar que se esfume entre los volátiles restos de la demolición. Saquémoslo de los escombros del viejo San Mamés y coloquémoslo, en el nuevo, en el mejor sitio. Como siempre ha sido y para que siga siendo nuestro espíritu distintivo. Proclamo.
CARMELO CEDRUN
Mítico portero del Athletic que entrenaba en los frontones.
Todo el mundo se acuerda del partido de la nieve (…) un partido que ha pasado a la historia de San Mamés y no se olvidará jamás. Pero a mí me dejó una huella imborrable… en la rodilla, con aquella entrada que me hizo Taylor que aún me hace cojear porque en aquellos tiempos la medicina no era la de ahora. Recuerdo que me escayolaron un tiempo y, después, a jugar. Ni operación, ni nada. Como cuando me fastidie los dedos en un partido contra Osasuna y el mejor remedio fue ir a coger cangrejos en Orobio. Como el agua estaba tan fría, aquello creo que me curó. Al menos yo sentía el alivio. Vamos, que lo pagaron los cangrejos del pueblo…
JAVIER AGUIRRE
Entrenador mexicano de raíces vizcaínas.
Shock. Es lo que sentí aquel día tan recordado en San Mamés y que a mí me ha perseguido hasta muy recientemente. Aquel día –yo era entrenador del Osasuna– íbamos ganando 0-3, cuando el Athletic nos remontó en la segunda mitad. Lo normal en esos casos es reaccionar, tomar decisiones, aunque sean equivocadas, apelar al corazón (…), enredarte contigo mismo, con el partido, (…). O ser frío y acertar en tus decisiones, analizar, hacer un diagnóstico urgente de lo que sucede (…). Pues nada de nada. Me quedé en un estado de shock que se iba agrandando a medida que caían los goles. No alteré el dibujo del equipo, no tomé decisiones, no propuse alternativas tácticas. No hice nada, sino ver pasar el tiempo sin llegar a comprender lo que estaba ocurriendo. Ahí sentí por primera vez, como rival, lo que era jugar en La Catedral.
KOLDO AGUIRRE
Exjugador, y el primer entrenador que llevó al Athletic a una final europea.
Era mi cumpleaños y fuimos a comer al Rogelio. Estaba allí tan feliz cuando me doy cuenta de que al lado estaba comiendo Linemayer, el árbitro que nos pitó el partido de vuelta de la final de la UEFA contra la Juve en San Mamés. No pude reprimirme, me levanté y me dirigí hacia su mesa (…). Cuando llegué donde él, le dije: “¡Cómo puedes volver aquí, a Bilbao, después de lo que nos hiciste!”. Se quedó pasmado. Habían pasado unos cuantos años y yo seguía odiando a Linemayer porque destrozó la noche más singular vivida en San Mamés, con un comportamiento ejemplar del público y de los jugadores. Y todo lo destrozó ese señor al que tuve el infortunio de volver a ver.
SOL AGIRRE
Ganadora del concurso Historias de San Mamés, escribiendo la historia de su padre, Iñaki Agirre.
En 1936, el estallido de la guerra civil sorprendió al equipo fuera de la península. Se suspendieron los partidos, se deshicieron los equipos y se acabó el mantenimiento del carnet. Como el Athletic se había quedado prácticamente sin jugadores, se organizó un campeonato entre equipos pequeños para hacer fichajes. Yo jugaba con el Koetxe. En el primer tiempo ya nos habían metido cuatro goles. Al pobre portero, a quien habían llamado a filas días antes, le habían puesto una inyección en el cuartel porque tenía mucha fiebre. Además, los de Barakaldo comían mejor que los de Bilbao: quien más, quien menos, todos tenía acceso a una huerta y a un corral.
JAGOBA IBÁÑEZ
Ganador del Concurso de relatos del Athletic.
Una eliminatoria copera en La Catedral es un acontecimiento subrayado en rojo por el verdadero aficionado al fútbol y la semifinal de esa noche contra el Club Deportivo Málaga era un evento que nadie se quería perder. Txapela negra y gabardina beige, comprada en La Camisería Inglesa reservada para las grandes ocasiones, junto con la curtida bota de vino decorada con el escudo del club luciendo un impuesto “Atlético” en su lomo y el inexcusable “Farias”, completaban el uniforme del impenitente hincha bilbaíno dispuesto para ir a San Mamés.
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