Tiempos de tormenta (Pio Baroja 1936-1940)
Tiempos de Tormenta es el último libro que he leído de manera apasionada. Lo he leído como recuerdo que leía en mi adolescencia, sin poder dejar de hacerlo, y con una enorme pena de pensar que el libro se tenía que acabar.
No sé muy bien por qué me caló tanto y tan pronto, pero Tiempos de Tormenta me atrapó desde el primer momento. Creo que tiene que ver con la estructura que utiliza Sánchez-Ostiz, una estructura que te obliga a ser juez y parte del relato, de ese tiempo, del miedo, de la niebla…
El libro narra cómo en el mes de junio de 1936, Pío Baroja se fue de Madrid para pasar el verano en Bera de Bidasoa sin saber que, unas semanas más tarde, iba a estallar la Guerra Civil, que le llevaría al exilio, después de un encuentro con los requetés que pudo haberle costado la vida.
Vemos como Baroja, exiliado en Francia durante cuatro años, se esforzó por mantenerse al margen de los acontecimientos, defendiendo, de manera no siempre fácil de entender, su independencia personal y su individualismo, no queriendo comprometerse ni con unos ni con otros.
Pero lo que hace el libro tan atractivo es la forma que ha elegido Miguel Sánchez-Ostiz de mostrarnos los hechos, haciéndonos participar tan vivamente de esos intensos momentos. Por un lado accedemos a los propios textos de Baroja, por otro a la descripción geográfica e histórica del personaje en su tiempo, y además subyace el análisis de todo ello, guiado por el propio Sánchez-Ostiz, que es un gran conocedor de la obra de Baroja.
Tiempos de Tormenta es sobre todo un libro atmosférico, como el cine que más me gusta. Por eso me imaginaba los personajes filtrados por la atmósfera de una película de cine negro francés, sobre todo cuando describe algunos momentos en San Juan de Luz donde se reunían esos personajes reales que estaban viviendo los primeros días de la guerra, desde el desconcierto y la distancia protectora de la frontera.
La lectura de Tiempos de Tormenta te obliga a sacar tus propias conclusiones sobre los distintos momentos que vive Pío Baroja en esos años de exilio. Y también te obliga a desmitificar al Baroja-personaje. Sánchez-Ostiz te coloca frente a sus/tus cobardías, sus/tus protecciones, y consigue que sientas muy cercano el origen del miedo. Del miedo de Baroja, y también muy probablemente de muchos de nuestros propios miedos.
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