“El objetivo de esta guía es facilitar la incorporación del uso de las hierbas a nuestra vida cotidiana”

hierbasJabier HerrerosJabier Herreros Lamas, gasteiztarra, afincado en Granada desde hace unos años, lleva más de dos décadas íntimamente ligado a la agricultura ecológica como productor, consumidor, investigador y técnico. Fruto de su experiencia son exitosos libros, como Tu huerto en el balcón y Aprender y disfrutar en el huerto. Jabier Herreros presenta ahora Hierbas para comer, beber, sanar y amar, una guía práctica para el cultivo ecológico y el uso de plantas aromáticas, que incluye más de ochenta recetas prácticas para la cocina, el botiquín y la huerta.

Sus anteriores libros, Tu huerto en el balcón y Aprender y disfrutar en el huerto, tuvieron una muy buena acogida y, de hecho, siguen teniéndola, pues, desde que se publicaron en 2009 y 2011, respectivamente, han conocido varias reediciones. ¿Hasta qué punto cree que esta acogida puede ser reflejo de un interés creciente por los huertos urbanos?

Es un hecho que cada día existe un mayor interés por los huertos, que están reapareciendo tanto en pueblos como en ciudades. Las razones de este resurgimiento son variadas. Por una parte, sobre todo después de haberse dado a conocer algunos escándalos en torno a la comida industrial, cada vez existe una mayor conciencia de que nuestra salud está íntimamente ligada a una alimentación sana. Esto, junto con la existencia de mayor información sobre cómo cultivar el huerto y la aparición de numerosas iniciativas que demuestran que es posible hacerlo prácticamente en cualquier espacio, está favoreciendo esta tendencia. Por otra parte, la crisis está conduciendo a muchas familias, de forma individual o colectiva, a recuperar huertos abandonados y a crear espacios verdes y comestibles, incluso entre el asfalto de las ciudades. El objetivo tanto de Tu huerto en el balcón como de Aprender y disfrutar en el huerto era precisamente alentar el resurgimiento de los huertos, brindando para ello información práctica sobre cómo cultivarlos. Esos libros tuvieron y siguen teniendo buena acogida, por lo que no puedo sino alegrarme.

Usted acaba de publicar Hierbas para comer, beber, sanar y amar. Es un título sugerente, sin duda, pero, exactamente, ¿con qué se va a encontrar quien se sumerja en el libro?

Se va a encontrar con una breve guía práctica que nace como fruto de la pasión que siento por las hierbas, que llevo cultivando e investigando desde hace más de veinte años. Menta, tomillo, espliego, verbena, milenrama, diente de león, llantén, ortiga, amapola… Las encontramos alrededor nuestro constantemente, en las macetas, en los jardines, en las cunetas de los caminos, entre el asfalto… La mayoría de las veces no les prestamos atención, incluso las pisamos. Pero, en cuanto las identificamos y aprendemos que podemos usarlas para dar sabor y aroma a algunos platos, para aliviarnos de alguna dolencia o para ahuyentar una plaga del huerto, empezamos a mirarlas de otro modo, empezamos a apreciarlas. En esta guía presento dos formas muy fáciles y prácticas, la espiral de aromáticas y el armario invernadero, para cultivarlas de forma ecológica en nuestro pequeño huerto o incluso en el balcón, con el fin de tenerlas a mano cuando las necesitemos. Asimismo, incluyo una serie de recetas para darle un sabor especial a nuestros platos, para hacer alguna bebida refrescante y compartirla con los amigos o para fines curativos y cosméticos.

Usted hace prácticamente una apología de la infusión como la forma más fácil y adecuada de servirse de las plantas aromáticas.

El ser humano lleva utilizando las hierbas desde tiempos remotos. Al principio, este uso era muy instintivo; práctico pero también simbólico, espiritual. Cuenta la leyenda que fue el emperador chino Sheng-Tun quien descubrió las propiedades de la infusión de té cuando unas hojas de este árbol cayeron accidentalmente sobre una taza con agua caliente. Quizá fue entonces cuando, a través de las infusiones, la humanidad empezó  a ver las hierbas como un instrumento para el goce y disfrute de los sentidos. Las infusiones o tisanas nos permiten poner a punto nuestras sensaciones: su aroma nos traslada al jardín, su sabor nos hace descubrir texturas nuevas, la temperatura de las mezclas despierta el sentido del tacto y la variedad de sus colores nos deleita la vista. El efecto de una infusión es global sobre el organismo. Sus efectos positivos se producen desde que recolectamos las hierbas hasta que circulan por nuestro aparato digestivo, pasando por los momentos en que las preparamos y las tomamos solos o entre amigos.

Además de infusiones, ¿qué tipo de recetas propone?

Recetas sencillas, válidas para cualquier día de la semana y para cualquier momento, recetas que hemos elaborado familiarmente en cantidad de ocasiones. Por ejemplo, un plato de espaguetis acompañados de salvia nos invita a saborear el huerto en la mesa. O, por poner otro ejemplo, para obtener beneficios medicinales de una albahaca frente a una rinitis no hemos de hacer preparados complicados, basta con tener cerca la planta fresca. Esta búsqueda premeditada de la sencillez no persigue otra cosa que facilitar la incorporación del uso de las hierbas a nuestra vida cotidiana.

La parte del título que corresponde a comer, beber y sanar es fácil de entender, pero la de amar puede llevar a más de uno a pensar que se trata de una colección de recetas afrodisíacas…

Es cierto que algunas hierbas que propongo, como la rúcula, la capuchina o la rosa, tienen efectos afrodisíacos. Aunque, en mi opinión, casi todas tienen ese tipo de efectos, en la medida en que facilitan que nos carguemos de energía y nos abramos, siquiera un poquito. De todas formas, soy de los que piensan que el mejor afrodisíaco es el amor y la mejor manera que conozco de amar es queriéndonos un poquito más a nosotros mismos. Si no nos sentimos bien con nosotros mismos, es difícil transmitir felicidad a quienes nos rodean. Las hierbas nos hacen más perceptivos, estimulando procesos que mejoran nuestra autoestima. Estos estímulos, a dosis bajas, son enormemente efectivos para acentuar la sensación de bienestar. Mi pretensión es que invitemos a las hierbas a nuestra mesa no solo cuando nos sentimos mal o débiles, sino también en los momentos en los que queremos disfrutar de nuestra compañía, de la suya y de la de otras personas, creando así momentos especiales o, mejor aún, haciendo especiales los momentos. Espero no haber defraudado a nadie.

Reivindica las hierbas como parte de una cocina Slow food.

Para mí, el Slow food, o comida lenta, no es otra cosa que comer de manera consciente. Se trata de utilizar el tiempo necesario para alimentarnos, disfrutando de la comida en un acto de agradecimiento hacia las personas que la producen, hacia la manera en cómo la producen y hacia la cultura que representa. Esto, en el día a día, en que se nos imponen ritmos a menudo frenéticos, se hace muchas veces complicado. En ese contexto, las hierbas, en sus combinaciones diversas, hojas, semillas, flores, son un pincel que nos permite pintar de colores los platos y, con muy poco esfuerzo, hacer especial la comida de un día cualquiera. Las hierbas aportan aromas que se alían a nuestros deseos, dándoles un sabor propio. Su uso supone dedicar unos momentos a la reflexión para conseguir un determinado efecto, invitándonos a alimentarnos de manera consciente.

¿Cree que en los últimos años se está produciendo una revalorización de las plantas aromáticas? ¿Puede decirse que están de moda?

En cierto sentido, las hierbas no han dejado de estar de moda nunca. No hay que perder de vista que siguen utilizándose de manera generalizada en tres cuartas partes del planeta, donde, además de usarse en la cocina, son la base de la medicina de muchos millones de personas. Sin embargo, en esta parte del planeta en la que vivimos nosotros, muchos de los conocimientos ligados a las hierbas se han ido dejando en manos de laboratorios farmacéuticos o de profesionales, hasta el punto de que, en muchos casos, hemos de recurrir a trabajos de investigación etnobotánica para descubrir las posibilidades de una planta que fue utilizada durante largo tiempo por la medicina popular. En ese sentido, sí es verdad que, de un tiempo a esta parte, la búsqueda de una vida más sana, así como los problemas asociados a la medicación convencional, ha traído consigo la revalorización de numerosas hierbas. También existe más información sobre ellas, lo cual no quiere decir necesariamente que se conozcan mejor. De hecho, en numerosas ocasiones se usan como si fueran totalmente inocuas, obviando que también presentan contraindicaciones. Al mismo tiempo, el auge de los huertos urbanos ha posibilitado redescubrir las posibilidades de las hierbas aromáticas por su acción preventiva en la sanidad de los cultivos, bien por su simple presencia, como acompañantes, o bien por su acción insecticida ante determinadas plagas.

¿Un último mensaje?

Sí. Me gustaría que este libro sirviera para poner en valor las hierbas como buenas vecinas, desechando el concepto de “malas hierbas” que pesa sobre muchas de ellas, e invitar al lector a que las cultive, las cuide, aprenda a observarlas y a interpretar su presencia, disfrutando así de su compañía y de sus múltiples beneficios.

Partekatu albiste hau: Facebook Twitter Pinterest Google Plus StumbleUpon Reddit RSS Email

Erlazionatutako Albisteak

Utzi zure Iruzkina