Prólogo de Xabier Gutierrez – “Pintxos de leyenda de Donostia” de Josema Azpeitia

Pintxos de leyenda de DonostiaEl cocinero jefe de laboratorio del restaurante Arzak y escritor Xabier Gutiérrez ha escrito el siguiente prólogo para el libro Pintxos de leyenda de Donostia de Josema Azpeitia. También se puede encontrar el libro en euskera, francés e inglés

LOS PRECURSORES

–Ama, yo quiero ese pintxo de ensaladilla rusa –dijo el niño, señalando de puntillas sobre la barra.
–Vale, pero ten cuidado, no te manches. Te lo cojo yo. Espera.
La mujer escogió el más grande de una de las bandejas que abarrotaban la superficie alargada del bar. Todos los colores y brillos le parecieron apetitosos. Se lo acercó a su hijo con una servilleta de papel debajo.
–Deja aquí el mosto, que no vas a poder con todo –añadió, señalando un rincón.
El vaso con el zumo de uva con un poco de sifón se quedó sobre la mesa mientras el joven comía con cuidado. Lo primero, y con los dedos, la gamba que coronaba el pintxo. Su madre quitó el palillo al suyo, de tortilla de patata, y comenzó a comerlo.

LOS INNOVADORES


–¿Cuánto dinero tienes?
–Yo solo quince pesetas –respondió el adolescente.
Con eso nos vale. Yo tengo diez pesetas. Juntándolo llega para dos
pintxos y un zurito.
–¿Y eso cómo nos lo repartimos entre tres?
–Pues muy fácil, joder. Como hacemos siempre. Nos ponemos en la esquina de al lado de la puerta y cogemos de la barra uno cada uno. Claro está, procurando que sea en el momento en que no mira nadie. Esto es importante. No pedimos ningún pincho caliente al camarero. Si lo hacemos así nos pillan.
–Y después, uno de nosotros paga dos pintxos y el zurito. Tú te escurres según te lo hayas comido. Como siempre –repitió.
–Joder, un día nos van a pillar –replicó uno de ellos .Y, además, un zurito para tres; vaya mierda.

LOS REVOLUCIONARIOS

–Mira, esta es la Iglesia de San Vicente y esta es la calle más antigua de Donosti. La 31 de agosto.
–Pero, bueno, comeremos algo, ¿no? Menos monumentos y llévame de recorrido de pintxos, que no me he hecho quinientos kilómetros de autobús para ver piedras.
–Aquí, aquí -dijo señalando uno de los bares más cercanos.
Entraron al local las dos parejas.
–Aupa. Bi zurito eta bi beltz. ¿Qué tienes de nuevo?
–Ahí, en la pizarra. Los hemos puesto la semana pasada. Son todos nuevos –respondió el camarero.
Antxoa con centollo, Mackobe, Txip Iron Maiden, Txupa Txup de bacalao al pil pil, Mil hojas de anguila ahumada.
–Joder, no me entero de nada –dijeron los invitados.
–Deja, ya pido yo –dijo el anfi trión.
Los aromas de los pintxos se fueron mezclando con los sabores y con sonrisas agradecidas.
–Estaban riquísimos –dijeron los invitados, saliendo del local–, pero ahora iremos a por un bocata, ¿no? Los anfitriones pusieron los ojos en blanco.

LOS RECIÉN LLEGADOS

–What amazing!, –exclamó la rubia con tacones de vértigo–. Can you imagine this? One McDonalds in the middle of the Old Part. Fantastic!
–No, darling. We are not in Melbourne. I want to eat pintxos. Remember?
La pareja se besó como si acabaran de conocerse. El rubio australiano que llevaba como pareja era aún más espectacular que la propia mujer.
Cuando terminaron el descarado morreo miraron a su alrededor en pleno Boulevard donostiarra. Abrieron el mapa y señalaron un punto intentando orientarse. Caminaron hasta llegar al lugar indicado.
–Are you sure this is the place? –preguntó la rubia.
–I think so –respondió su pareja.
Empezaron a leer con detenimiento la carta.
–Teriyaki de pollo. Sushi tres piezas. Makis de aguacate. Sashimi de corvina.

LOS ESCONDIDOS

–Cada día que pasa hay más guiris en esta ciudad. Ya no se puede chiquitear, coño.
–Es la ostia. Di que sí. Cualquier día nos van a echar de nuestra propia ciudad.
–Joder, es que en verano ya no se puede ni estar. Mira como está ya lo viejo y estamos solo en mayo –replicó el tercero.
–Esto ya no es lo que era. ¡Vaya mierda!
Los ocho amigos entraron en el siguiente bar.
–Zer?
–Ocho txikitos.
–Cada vez vengo más a gusto a este sitio. El de Patxi es el mejor bar. Y no lo conoce nadie.
–Sí, pues una manita de pintura le vendría de la ostia.
–Oye, que llevamos varias rondas sin comer. Sácanos unas gambas gabardina, Patxi.
–Y algo de tortilla de patata –reclamó otro.
–Marchando.

Xabier Gutiérrez.
Cocinero jefe de laboratorio del restaurante Arzak y escritor.
Donostia, 20 de enero de 2016. Día de San Sebastián.

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