“Asedio al euskera. Más allá del libro negro” de Joan Mari Torrealdai – adelanto

Escribí en la introducción de El libro negro del euskera que se estaba abriendo camino entre algunos intelectuales del país una tendencia peligrosa, que consistía en exculpar a los factores y poderes exteriores y culpar a la propia comunidad vascohablante de la precaria situación del euskera. No era por supuesto algo novedoso en sí mismo, pero sí lo era por otras razones: los argumentos mancomunados, la procedencia ideológica e intelectual de los mentores de dicha tendencia, los protagonistas, la ruptura de los consensos, el militantismo del que hacen gala algunos autores, etc.

Han pasado exactamente 20 años.

Aquella tendencia es hoy la tesis nuclear de la ideología supremacista, la tesis de los que niegan la represión, la histórica y la actual. Ni siquiera Franco reprimió o persiguió el euskera. Es la tesis del revisionismo que, además de negar la represión histórica, quiere ahora revisar a favor del centro las políticas lingüísticas de los estatutos. Se trata de legitimar las tendencias centralistas del poder.

Juan Carlos Moreno Cabrera habla de oleada ofensiva españolista. A finales del pasado año, el 14 de diciembre de 2017, con ocasión del nacimiento de la asociación Hablamos Español, gemela del Manifiesto por la Lengua Común de 2008, escribía certeramente:

“En la actualidad hay una oleada ofensiva españolista que está poniendo en cuestión e intentando revertir o eliminar muchas de las conquistas políticas, culturales y lingüísticas de las naciones catalana, gallega y vasca que han arrancado al nacionalismo imperialista español. En estos momentos, Catalunya es la nación que está en el primer plano de los ataques de este imperialismo”

Juan Carlos Moreno Cabrera: “Nueva ofensiva del españolismo lingüístico”, Viento Sur (http://vientosur.info/spip.php?article13291).

En [Asedio al euskera] encontrará el lector argumentos suficientes para contradecir las opiniones de los negacionistas lingüísticos, radicales o no.

El libro recoge actuaciones del poder a partir del siglo XVIII, momento en el que empiezan a formarse los estados-nación que imponen la lengua estatal como “nacional”, como única,

imponen el monolingüismo y, en definitiva, condenan al resto de las lenguas a la marginación.

Esta condena a la marginación se logra a base de leyes que imponen la lengua hegemónica, que impiden la presencia pública y oficial de las lenguas minoritarias, a base de represión, por medio de castigos. Y, a lo largo de las diversas fases políticas, en el punto de mira estratégico ha estado la escuela, la enseñanza.

La actuación legislativa y represora del Estado viene acompañada por la labor legitimadora de los intelectuales, que, lejos de contradecir las decisiones gubernamentales, apoyan sin fisuras las medidas de las autoridades políticas y administrativas.

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