Primer capítulo de “Años de niebla” de Fernando Palazuelos

83_Años de niebla_AZALA.inddLos niños tienen la facultad de formular con sencillez preguntas profundas. Su hija quiso saber por qué se quedaba absorta mirando esa estatuilla, como si leyera una historia.
–Es importante para mí.
–¿Por qué?
–Eres joven todavía.
–Ya tengo doce años.
–Cuando tengas quince y tu hermana diecisiete, os lo contaré.
–¿Prometido?
–Prometido.

Así concluyó la conversación.

Celia imaginó que con el tiempo su hija se olvidaría. Pero por si acaso debía releer sus cuadernos y reordenar los recuerdos.

Tenía tres años para pensar en ello. A sus hijas les serviría para comprender las raíces, la razón poderosa de la existencia, las fibras de la personalidad.

Pensó que podría contarle todo a su cuñada, autora de varios relatos excelentes, o a su amigo F, que desde hacía dos décadas se dedicaba a la literatura. Lo sopesó y finalmente contactó conmigo. Hablamos con calma y me hizo su propuesta.

Me interesó. Concertamos una serie de entrevistas y me facilitó sus cuadernos, además de otros materiales guardados en una carpeta: fotografías, postales, un plano plegado…

Si acertó o no con su decisión de confiar en mí como compilador y redactor de todo, no seré yo quien lo diga.

La escritora Lenka Reinerová esperó cincuenta años a poner por escrito una terrible experiencia vital. Con lucidez sorprendente redactó siendo octogenaria lo que vivió a los
treinta años. Pese a esa distancia temporal, sus páginas nos conmueven. Porque su voz es actual. Su pensamiento, vigente.

Nos situamos con ella allí, en esa realidad gris y fría que se convierte en un aquí y ahora, en un presente tangible que nos le. El horror es narrado con eficacia porque lo vivido ha macerado durante años. La esencia ha sido destilada.

Celia llenó dos cuadernos. Pasados más de veinte años, los estaba releyendo y recuperaba matices del fondo de la memoria.

Comenzó a consignar algunos datos en aquel hostal de Lisboa. “Cierro los ojos y puedo recordarlo con nitidez –me dijo–. Me veo sentada en el borde de la cama, detenida en
la quietud de la tarde lluviosa como si recreara la atmósfera introspectiva de un cuadro de Hopper”.

¿Tiene sentido narrar algo sucedido entonces? Sí. Algunas cosas están revestidas por un barniz intemporal. Siempre son actuales los asuntos que rigen al corazón. Las vivencias que marcan. Los nudos del determinismo. Lo sabe ahora, cuando la edad de sus hijas le invita a completar aquellas anotaciones y los recuerdos que guarda con celo. Para que ellas comprendan.

Celia se embarcó en una búsqueda imposible. Pero incluso en el estricto silencio cósmico la tenacidad humana es capaz de aportar un punto de luz y de esperanza.

Años de niebla primer capitulo (.pdf)

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